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Testigo de reconciliación

“…la guerra y la paz son sólo palabras, existe una delgada línea invisible entre la civilización y la anarquía, la tolerancia y la intolerancia”.

Llegué a Marissa a través de una fotografía que me hizo revenir en el tiempo. En la foto se aprecian dos mujeres afganas vestidas en burka acompañadas de dos niñas pequeñas y un niño varón que mira fijamente a la cámara. Aquella foto me hizo recordar una parte de Afganistán del que no hablo mucho: la guerra. Un lado que, en casa casi no se menciona. Con mi esposo hemos hecho un pacto casi tácito de recordar los mejores momentos de aquel país que nos albergó durante tres años: sonrisas, el cielo azul y una humanidad difícil de encontrar en otros lados. Miraba la foto y recordé la otra cara de esa humanidad, que es humanidad también al fin y al cabo: un país destruido por la guerra y a las mujeres, niños y varones mendigando por las calles. Cuando se está en el terreno se tiende a ponerse un caparazón de protección porque sabes que no podrás ayudarlos. Con el tiempo y mirando la foto de Marissa, revinieron sentimientos que tuve guardados durante mucho tiempo, impotencia y cólera. Es el lado de color no rosa, del que casi no hablo. La guerra tiene muchas caras, y en el mundo occidental nos hemos acostumbrado a ver un lado masculinizado de ella: soldados, guerrilleros, armas, bombas y personas llorando. La desolación.

¿Qué hay al otro lado de la línea?, ¿qué pasa después de una guerra? ¿Cómo se reconstruyen las personas? ¿Cómo y qué les empuja a seguir viviendo después de un conflicto? ¿Qué sucede con sus familias? ¿Cómo se curan las heridas?, pero ¿es que las heridas pueden curarse?. Esto es lo que Marissa Roth, reconocida documentalista, vio y vivió durante toda su carrera profesional y aún más, es lo que vivió durante toda su vida.

“Cuando era niña era muy creativa, siempre estaba dibujando o pintando. Alrededor de los 10 u 11 años tomé prestada la pequeña cámara Kodak de mi mamá… y nunca se la devolví”. Así empieza su historia.

“Me convertí en periodista en los diarios cuando tenía 20 años. Un primer paso para una carrera de 35 años. Crecí en los Estados Unidos durante los años 60-70, un periodo bastante turbulento. El pueblo estaba molesto, hubieron los asesinatos del presidente Kennedy y el de Martin Luther King además de la guerra en Vietnam. Todo este contexto me encaminó hacia activismo convirtiéndome en reportera gráfica en lugar de una artista. Convertirme en reportera gráfica fue mi arma para intentar detener la guerra”.

Testigos de la Verdad

El 2005, Marissa recibe la misión del Simon Wiesenthal Center, de fotografiar sobrevivientes del holocausto judío, todo un proceso emocional para Roth “Existen dos tipos de sobrevivientes del holocausto, hay unos que nunca pudieron dar vuelta a la página y llevaron a sus hijos y a toda su familia a formar parte de esos recuerdos. El otro tipo, cierra las puertas del pasado como si éste no existiera habiendo solo un futuro. A esta segunda clase pertenecen mis padres. Ellos nunca hablaron sobre la familia que perdimos durante el holocausto, no existen ni siquiera imágenes de esas personas. Mis abuelos paternos perecieron en una masacre pero mi padre nunca habló de eso. Nunca tuve ninguna información sobre ellos, no historias, no imágenes, no recuerdos. Existía este pasado al que mis padres cerraron la puerta y tiraron la llave”.

En los orígenes del proyecto Witness of True (Testigos de la verdad), solicitaron a Marissa fotografiar retratos de los sobrevivientes “pero para mí esto no era suficiente. Me decía a mi misma que no podía simplemente poner una cámara delante de ellos y fotografiarlos. Necesitaba conocer sus pasados, sus historias y a la vez compartir mi propia historia familiar”. Es así, como a los 48 años años Marissa empieza, por primera vez, a hablar de su propia historia familiar “todos tenemos fotografías familiares que muestran quiénes somos y de dónde venimos. Es un disco duro que te relaciona con tus antepasados y te mantiene en contacto con tu vida presente. Para mí, este pasado no existía, debido al holocausto. El proyecto se convirtió en un modo de recrear mi propia familia con esos sobrevivientes, fue un gran trabajo emocional”.

28 años entre guerras y mujeres

En verano de 1984 Marissa y su familia llegaron a Novi Sad (antigua Yugoslavia) en un peregrinaje familiar, un viaje de retorno para su padre desde que éste huyera a los 26 años, en noviembre 1938. Es el momento clave cuando empieza a tejerse A person Crying: Women and War (Una persona llorando: Mujeres y Guerra). Una odisea que empieza en tierra paterna en el ’84 y terminaría en Vietnam, 28 años después. “Mi abuela encendió la luz para mí, lo sé desde lo más profundo de mi ser a pesar de que nunca la conocí”. La abuela paterna de Marissa fue asesinada en el umbral de su casa en Novi Sad junto a su esposo, su madre y su hermano en enero de 1942, porque eran judíos. “yo ignoraba que una odisea de 28 años comenzaría el día en que la humanidad es traicionada por la locura dando pie a la guerra. Este proyecto ha sido mi reconciliación con la necesidad del hombre de crear guerras y la agitación involuntaria impuesta a las mujeres que se ven directamente afectados por ella”.

Marissa Roth es la autora de éste proyecto personal, producto de 28 años de trabajo, enfocado en los efectos de la guerra en las mujeres “en los comienzos del proyecto, me encontraba con las mujeres afganas refugiadas en Pakistán. Durante las semanas que pasé en Peshawar algo cambió porque yo regresé y era una persona diferente. No sé que fue, pero era algo profundo. Sentí la necesidad de manejar el tema de la guerra, intenté cubrir los conflictos desde una perspectiva masculina pero no me sentía identificada. Quería conocer lo que sucedía detrás de la guerra desde una perspectiva femenina, el efecto en las mujeres y en los niños. En este esfuerzo el proyecto me enfrentó a la realidad de cientos de mujeres que sufrieron de la guerra y sobrevivieron a ella, llevando consigo y para siempre experiencias de pérdida, dolor y penurias inimaginables”.

Un total de ochenta y siente fotografías cubren doce conflictos armados en diferentes partes del mundo, en un periodo de veintiocho años, empezando con la propia vida de Roth como hija de refugiados del holocausto. El proyecto de Marissa narra las trágicas realidades de éstas mujeres transformándolas en fuentes ejemplares de resistencia. La exhibición contiene datos históricos y estadísticos de cada conflicto, proporcionando una materia de estudio explicativa. Así, la odisea de Marissa es un mar de imágenes e historias de guerra en los aspectos que todos conocemos: pérdida, tortura, deshonor, desamor, dolor pero ella los convierte en fuentes de esperanza de un futuro más positivo. Incluye secuencias de fotos de mujeres con sus hijos pequeños, finalizando solo con los niños – muchos nacidos después de la guerra -, el mensaje de esperanza es claro: estos niños podrán disfrutar de un tiempo más pacífico.

Marissa narra “en el lento proceso de la posguerra, lo que aprendí es que al final, la guerra nos presenta que para los hombres, la bravuconería no cede frente a la capacidad de protección a los suyos, como protectores naturales. A las mujeres, nos toca recoger los pedazos, convirtiendo vidas rotas en jardines replantados (….) El puente de angustia se cruza en innumerables ocasiones, sin embargo la perspectiva es diferente debido a los roles de género, cultura y el contexto histórico”.

(…) ingenuamente creía que la guerra y la paz eran opciones en blanco y negro. Poco a poco, en el transcurso de este proyecto se refleja el arco de mi propio proceso de maduración, la paleta de mi visión del mundo cambió en mil tonos de grises. He aprendido que la guerra y la paz son sólo palabras, que existe una delgada línea invisible entre la civilización y la anarquía, la tolerancia y la intolerancia - entre dos personas, diez personas, mil personas, luego en un millón de personas, que predica la convivencia constructiva”.

Así, historias de conflictos se leen a través de los rostros de mujeres fotografiadas por Marissa “sus ojos se convirtieron en frases ensartadas de sufrimiento, impresas en lágrimas y unidas por una experiencia común, donde ni el tiempo ni el lugar importan. Lo que importa profundamente es el conocimiento universal que otras mujeres, que también sobrevivieron a la guerra, comparten el mismo secreto trágico de lo que se siente al haber sobrevivido”.

Marissa no enfoca un conflicto en particular más que un otro, opta por destacar a las sobrevivientes de una serie de conflictos con el fin de contar la historia global de la guerra. El mensaje de estas mujeres que no se conocen entre sí, es el mismo, a pesar de hablar diferentes lenguas “la muerte no elige lados, pero la elección de la vida después de la guerra es un asunto muy distinto. Algunas de las mujeres que he conocido tomaron fuerzas de su dolor y de sus pérdidas volcándolas hacia el activismo abogando por la justicia social, la paz y la enseñanza de la tolerancia. Este proceso no fue siempre fácil ni fue inmediato, pero se desarrolló lentamente a medida que se enfrentaron a las dificultades de la posguerra, sanando las heridas físicas y psicológicas”.

El proyecto de 28 años fue un proceso de cura para la propia Marissa “En 2009 estaba trabajando en Bosnia (antigua Yugoslavia) y encontré la casa de mis abuelos, además de un monumento dedicado a la masacre que hubo allí. Los nombres de mis abuelos se encontraban impresos en una placa dedicada. Sentí como si los hubiera encontrado, ya no eran invisibles. Para mi, abuela o abuelo no eran palabras familiares, así que este proyecto era algo que tenía que realizar. Tuve momentos de frustración pero me decía a mi misma que tenía que seguir adelante. Estoy muy agradecida por este periodo de tiempo, aunque aún me encuentro sorprendida”.

La odisea de cerca de tres décadas ha llegado a su fin y Marissa terminó el proyecto que ahora se encuentra en exhibición en California “la gran pregunta para un artista es cuándo terminar. Dar término a algo es tan importante como empezarlo. Siento que ya no tengo nada más que decir en este tema. Este proyecto me ha ayudado a encontrar finalmente la paz que tanto buscaba”.

Marissa es una luchadora y por su cumpleaños número 50 fue al Tibet en una experiencia transformadora. Desarrolló fotografías en color que se asemejan a pinturas abstractas, imágenes secuenciales de paz y sosiego que tanto buscaba, supo que tenía que regresar al Tibet, y lo hizo, dando como resultado un futuro libro de fotografías de meditación en el Tibet.

One Person Crying: Women and War fué exhibido en agosto 2012 en el Museum of Tolerance en Los Angeles, California, y está siendo expuesto en el extranjero desde enero 2013 hasta diciembre 2015.

“Mi esperanza es de pasar la antorcha a otra activista de modo de que este tema quede vivo y dar a conocer al mundo que la guerra quiebra el mundo. Las mujeres podemos formar parte de este movimiento y repetir a alta voz que no queremos que esto vuelva a suceder. No renunció a mis ideales”.

Para conocer más sobre Marissa y su trabajo, no dude en visitar su sitio web http://marissarothphotography.com

Fotografías: Marissa Roth / Retratos de Marissa: Iris Scheider y Ted Soqui.

Y más: Marissa Roth en 10 líneas

Ganadora del Pulitzer (Miembro del equipo periodístico de Los Angeles Times) – Best Spot News Coverage en 1992.

“One Person Crying: Women and War”, 2012

In Hollywood” and “Downtown Los Angeles: Inside/Out”, 2009

“An Evening with Marissa Roth”, 2008

“Witness to Truth” Portraits of Holocaust Survivors, 2005

“Caught in the Crossfire: Women and War”, 2001

“Inside/Out: Downtown Los Angeles”, 2000

“Burning Heart: A Portrait of the Philippines”, 1999.

Libros:

- Burning Heart, A Portrait of the Philippines, Rizzoli, 1999. -Real City, Downtown Los Angeles Inside/Out , Angel City Press, 2001 - Come The Morning, Wayne State University Press, in 2005.

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