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Trazando diferencias y similitudes en el área urbana de Bruselas


Salma y yo somos mujeres como las otras y en plena apariencia nos parecemos bastante. Salma es morena, bajita, de cabellos y ojos negros. Salma tiene estudios universitarios y es enfermera de profesión. Yo también soy morena, quizás un poco más alta pero con el mismo cabello grueso y los ojos negros. Salma viene del norte del Perú aunque su familia es originaria de la sierra Peruana. Su abuela y su madre como muchas otras mujeres migraron de la sierra hacia otras regiones del Perú en busca de trabajo. Salma ha trabajado en Chile, Argentina y ahora en Bruselas y gracias a su trabajo de cuidadora ha permitido que otras mujeres hayan podido insertarse en el mercado laboral Europeo y Latino Americano. Mientras que Salma cuida a otros niños y ancianos ha dejado a su madre enferma en Perú es decir Salma participa actualmente a las tan mencionadas cadenas globales del cuidado (Parrenas 2001).

Yo también he dejado mi familia atrás y he trabajado y estudiado en diferentes continentes y ciudades del mundo. Sin embargo, contrario a Salma pertenezco a la tercera generación de mujeres migrantes y ahora aunque temporalmente trabajo en una universidad europea. Penetrar el mundo de Salma me era difícil pero no imposible porque en su historia reconocía la historia de mi madre. Esta reflexión me llevo a preguntarme durante toda la etnografía las siguientes preguntas: ¿Cómo disipar las diferencias que existían entre mis entrevistadas y yo parapoder seguir de cerca sus narrativas? ¿Cómo hacer de mi trabajo un trabajo ético y parcial?

Para lograr conciliar estas incógnitas el resto de mi etnografía partió del trabajo de otras feministas que habían examinado dinámicas similares. Se trataba de observar y analizar constantemente las barreras de diferencias, de clase, etnia, generación y religiosidad que existían entre mis entrevistadas y yo. La etnografía feminista se caracteriza por reconocer al objeto de estudio como un ente que nace y se forma en el mismo universo que el investigador. Afortunadamente las investigadoras feministas en los años 80 (Haraway 1988, Harding 1986) nos dotaron de métodos a través de los cuales pudiésemos negociar y disipar las relaciones de poder entre investigador y objeto de estudio. Dichos métodos fueron innovadores y nos ayudaron a disipar las barreras situacionales que se crean entre objeto de estudio e investigador. Observar estas diferencias me llevo a utilizar el método de la narrativas de vida, dichas narrativas fueron construidas simbólica y activamente con mis entrevistadas. Hoy en día Salma y yo no somos amigas pero si tenemos una relación amistosa y el hecho de si seguiremos en contacto o no, una vez terminado el trabajo de campo es una incógnita por resolver.

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