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La historia detrás de Hilaria Supa


Durante una conversación la sufragista y escritora Harriot Stanton Blatch le preguntó a Sojourner Truth, activista afroamericana y abolicionista, si podía leer. Ella respondió que no leía cosas pequeñas como las cartas, sino cosas más grandes como a los hombres. Fuente: http://bluenationreview.com/

En una sociedad donde sobrevivir parece ser solo una posibilidad para aquellos afortunados que son parte de la “mayoría”, una mujer se abrió paso luchando contra la invisibilización. Su historia es una mistura de hechos predecibles y decisiones excepcionales. Ella es Hilaria Supa, peruana, congresista, parlamentaria andina, pero sobre todo, mujer necesaria.

Usted nació en una comunidad andina, ¿cuál fue el principal aprendizaje?

Yo crecí con mis abuelos, pero siempre fui más cercana a mi abuelo. Él me enseñó a valorarse a uno mismo y creo yo, que es lo más importante que aprendí.

¿Podría afirmar entonces, que él fue quien la motivó en su desarrollo personal?

Sí, él fue. Sin embargo me dejó muy pequeña.

Usted ha contado también que tuvo que enfrentarse a todo tipo de violencia, ¿por qué cree usted que la violencia es una constante en el mundo andino y en general, la sociedad peruana?

No solo es en el mundo andino, en todos lados hay violencia y mucho alcoholismo. En el mundo antiguo se respetaba a la naturaleza y respetaba a las mujeres pero cuando llegan los hacendados a las comunidades, obligaban a la gente a tomar alcohol, a emborracharse y a golpear a las mujeres. Yo creo que es una herencia. Lo que se llama “encuentro de dos mundos”.

¿Usted considera que la violencia contra la mujer es algo que se pueda revertir?

Yo creo que nos han traído un conocimiento que nos enseña a las mujeres a ser humildes, que las mujeres tenemos que estar calladitas, que hay que “respetar a San José”. En otras palabras, te enseñan a ser sumisa, el “San José” es el que nos manda y nos indica qué hacer.

Si este pensamiento rige en la crianza de la mujer, ¿qué hizo que usted se diferenciara?

He visto mucho abuso contra las mujeres, he sabido de muchas violaciones en la hacienda contra mujeres jóvenes. Nadie podía decir nada sobre esto, la única autoridad era el hacendado, no tenías con quién quejarte. Por eso cuando mi abuelo se emborrachaba, lloraba y me decía que yo no debería ser así, no debería dejarme abusar, yo tenía que aprender a defenderme.

Cuando él le decía esto, ¿usted entendía a lo que se refería?

Cuando él me decía eso, yo no sabía qué pensar. Yo he visto violaciones desde los cuatro años, por eso es que él me seguía a todos lados. A veces él se echaba en el campo a llorar hasta quedarse dormido, y me repetía que yo tenía que defenderme. Quizá esas palabras se grabaron en mi subconsciente y después cuando llegué a la adolescencia y me enfrenté al sistema de violencia, pude entender mejor.

Mi abuelo no quería hijas mujeres porque él sabía lo que las mujeres pasaban. Si una mujer nacía, él prefería que se muera. Él quería que solo los hombres existan. Uno puede pensar que mi abuelo era muy machista y malvado por decir eso, pero yo ahora entiendo por qué lo decía. Todo esto me quedó en el espíritu y fue lo que hizo que yo quisiera defender a las mujeres.

¿Cuáles fueron las principales barreras a las que tuvo que enfrentarse como mujer indígena en la sociedad limeña?

La principal barrera que he visto dese pequeña es la discriminación.

¿En qué momento se enfrentó usted con esta realidad?

Cuando mi abuelo murió, yo fui a Arequipa a casa de una tía a trabajar. Yo he sido desde los 7 años, servidora del hogar. Yo en la casa tenía, vaso aparte, plato aparte. Los patrones comían en una mesa, mientras yo comía en un rinconcito como un perrito. Para darte de comer te dicen “traen tu taza”, “trae tu plato”, como si una fuera leprosa.

¿Alguna vez cuando tuvo que soportar estas diferencias, se lamentó de sus orígenes?

Yo lloraba bastante, sufrí mucho. Yo extrañaba mucho y siempre miraba al cerro y decía “detrás de eso está mi pueblo”.

En ese momento, ¿pensaba en su futuro?

No. Solo lloraba y extrañaba mi tierra.

¿En qué momento asumió que tenía que hacer algo para cambiar la realidad?

Cuando me enfermé de artritis. Mi enfermedad me hizo darme cuenta que tenía que defenderme y defender a los demás. Yo creo que el ser humano primero tiene que conocer las realidades. Lo que he vivido yo desde pequeña como haber visto el abuso de los hacendados, me fortaleció. Hasta el día de hoy esos recuerdos me ayudan a defender no solo el derecho de las mujeres sino también de los niños y de los abuelos indefensos.

Lo que usted vivió no fue un hecho aislado, esa realidad continúa hasta el día de hoy. Lima sigue ajena a lo que sucede en el resto del país (…)

Así es. Por ejemplo, yo me di cuenta de la discriminación cuando fui congresista. Yo he tenido discriminación toda mi vida y lo sigo teniendo. Yo llegué con muchas expectativas al congreso, creí que iba a encontrar gente culta y buena. Pensé que todos íbamos a conversar y a discutir de temas del pueblo, de la situación del país, de la educación, dela salud, de la agricultura, del desarrollo del pueblo. Yo quería una inclusión de verdad. Pero no fue así, la diferencia era abismal. Yo me preguntaba, ¿esa es la gente que ha estudiado en las universidades?, ¿esa es la gente que tiene más conocimiento que nosotros, que tiene más entendimiento que nosotros? Sin embargo se portaban peor que nosotros. Yo pensaba que la ignorancia era no haber podido entrar a un colegio o no haber aprendido a leer.

Entonces, ¿qué es para usted ser una persona ignorante?

El no tomar en cuenta la opinión de los demás (…)

¿Creerse superior a los demás?

Con respecto a las esterilizaciones forzadas, ¿usted cree que algún día se hará justicia?

Ese tema hasta ahora está en la fiscalía durmiendo y no sale para nada. Porque son temas que no son temas importantes para ellos, lamentablemente. Nosotros seguiremos luchando porque le decimos “no” a la impunidad.

Sabemos también que en su lucha en defensa a las mujeres, usted también es activista en contra de la trata de personas, ¿cómo va este tema?

Sí, nosotros vemos también este tema que es muy delicado. Esas mujeres también son vulnerables porque se les arrebata su libertad. Por eso, nosotros hemos presentado un informe y está en proceso.

Pasando a otro tema,¿por qué piensa usted que es importante enseñar el quechua?

Bueno, mucha gente piensa que el quechua es cosa del pasado. Yo pienso que ese idioma trae mucha sabiduría también, no solo es el idioma. Por ejemplo, te enseña mucho sobre la naturaleza, el conocimiento de las hierbas y la medicina ancestral. Eso no se puede perder. Es también una forma de decir que no teavergüenzasde lo que eres, decir que estoy orgulloso de tus antepasados.

¿Es por eso que usted propuso incluir en el Sistema Nacional de Salud, la medicina tradicional?, ¿para no perder nuestra identidad?

Es para sentirnos identificados con lo nuestro, pero también es no perder el conocimiento. Si pierdes el conocimiento estás sometido y dominado.

¿Usted se siente orgullosa de quién es?

Claro, cuando voy a mi tierra me siento libre, feliz, me siento como un pajarito. En Lima hay mucha violencia, es un caos. Acá todos se preocupan por sus intereses personales políticos, intereses de dominio. Eso es Lima; pero allá en la comunidad, nos preocupa si va a caer la lluvia, si va a granizar, cómo va a ser la cosecha en el año, si va a haber comida o no va a haber, cómo mi hijo va a entrar al colegio. No tienes idea cómo el cambio climático está afectando en la serranía, pero eso no sale en los periódicos.

La parlamentaria Hilaria Supa definitivamente no es una mujer perfecta, hay muchos que pueden discrepar con su manera de pensar respecto a otros temas igual de importantes. Sin embargo no todos han podido sobrevivir a la violencia, a la discriminación y al machismo; y aun así mantener la convicción de seguir luchando por lo que consideran justo.

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