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El trabajo domestico global: Una batalla perdida del Feminismo

“Yo cuido de su hijo le doy de comer, limpio su casa de arriba abajo. Está claro que le hago la vida más fácil. Sin embargo la Madame no deja de acusarme de haberle robado, no permite que llegue tarde aún cuando hay huelgas y no hay transporte público. No me da tiempo para almorzar y cuando se va de vacaciones no me avisa para buscar otro cliente. Aún así yo nunca la dejaría mal y siempre, siempre iría a trabajar. Dejarla me da mucha pena…”

(Mariela, 55 años de edad, Trabajadora del Hogar en Bruselas).

Las trabajadoras migrantes del hogar como Mariela, conforman la fuerza laboral femenina migrante más numerosa del mundo (Giles, Preston, & Romero, 2014). Mientras que el feminismo de la primera generación prometió a las mujeres que serían libres de las cargas del hogar, esta libertad para muchas mujeres del occidente y del sur fue posible gracias a la labor de quienes hoy llamamos “trabajadoras globales del hogar”. El trabajo doméstico radica en el trabajo realizado dentro de un hogar e incluye las tareas domésticas de la limpieza. Según las autoras feministas del cuidado el trabajo domestico hace parte de la labor del cuidado es decir toda acción que un ser humano realiza para hacer de este mundo un lugar digno y habitable para todos (Zimmerman, Litt, & Bose, 2006). Sin embargo, de manera más genérica trabajo del hogar es nombre con el que las trabajadoras reivindican su actividad económica que es de alguna manera productiva y reproductiva.

Para muchas trabajadoras del hogar sobre todo en el cono sur del continente americano, su trabajo dentro de este sector forma parte de una tradición de migración laboral de orden generacional y racial. Dicha migración ha involucrado desde la época colonial, particularmente a las mujeres indígenas y de color. Cómo me comentaron muchos de los miembros de La Casa de Panchita, una organización que se encarga de velar por los derechos de las trabajadoras domesticas en Lima: “Es una cadena donde de la sierra Peruana sale una mujer ha trabajar como trabajadora domestica. Dicha mujer llega a la ciudad muchas veces como niña o adolescente. Más adelante es su hija o nieta quien sale a trabajar en el mismo sector en una metrópolis del centro de Europa o Norte América.” Más allá de la imagen varonil del trabajador migrante del campo, la imagen de la trabajadora domestica ha pasado desapercibida en nuestro mundo. La migración global de las trabajadoras del hogar provoca lo que hoy llamamos cadenas del cuidado, es decir mientras que estas mujeres salen de sus países y dejan a sus hijos a cargo de una trabajadora domestica casi siempre menos pagada que ella, en el norte una mujer profesional disfrutará de sus servicios (Salazar Parreñas, 2001).

A pesar de que las trabajadoras del hogar cumplen con la primera labor responsable de la productividad de nuestras sociedades, su trabajo aún es visto como un “3-D job” ( Freitas, Godin, & A Rea, 2012) es decir un trabajo no limpio, hecho para las mujeres que además es un trabajo peligroso y degradante. Hasta hace poco muchas de las trabajadoras del hogar trabajaban en el sector informal y su labor era considerada como una labor natural de las mujeres que no necesitaba ser formalizada. Hoy en día gracias la lucha tanto de las trabajadoras domesticas como de las feministas activistas el trabajo domestico se ha formalizado. La formalización del trabajo domestico les ha otorgado a muchas el acceso limitado a una base mínima de protección social. En una ciudad como Bruselas, por ejemplo el sistema de cheques de servicio protege en la actualidad los derechos mínimos de protección social de las trabajadoras del hogar (Beatriz Camargo, 2015). Aún así como he podido comprobar a través de mi trabajo de investigación las trabajadoras del hogar siguen siendo en su mayoría mujeres, discriminadas y con poco poder de negociación en las relaciones que entablan con sus jefes. Trabajan en su mayoría para mujeres con altos cargos en instituciones internacionales quienes irónicamente en ciertos casos se encargan de defender los derechos globales de las mujeres en el mundo actual. Sin embargo, lejos de victimizar a las trabajadoras del hogar es preciso decir que son mujeres que hoy por hoy, se ingenian estrategias formales y informales que les permiten protegerse socialmente a ellas y a sus familias en el país de origen (Vivas-Romero, 2015). Aunado a sus esfuerzos organizaciones de ciudadanos como O.R.C.A (O. R.C.A, 2013) y otros vigilan por que sus derechos sean respetados tanto en el ámbito local en una ciudad como Bruselas así como internacionalmente.

Pese a este panorama, que parece ser negro la lucha por los derechos de las mujeres y hombres trabajadores domesticas hoy es internacional. Organizaciones, como la Organización Mundial del Trabajo (OIT) reconoce actualmente la contribución significativa de las trabajadoras domesticas en la economía mundial que incluye el aumento de las posibilidades de empleo remunerado para otros trabajadoras con responsabilidades de cuidado de las personas de edad, niños y personas con capacidad y su aporte sustancial a las remesas que cubren necesidades importantes en sus países de origen. En este contexto, el Convenio 189 adoptado históricamente el 16 de Junio de 2011 por la OIT promueve los derechos laborales de las trabajadoras domesticas migrantes. Por medio del acuerdo las trabajadoras domésticas se les garantiza horas de descanso diarias y semanales (por lo menos 24 horas), derecho a un salario mínimo y a elegir el lugar donde viven y pasan sus vacaciones. De este modo los Estados Partes del Convenio deben adoptar medidas de protección contra la violencia y al cumplimiento de una edad mínima que es consistente con la edad mínima en otros tipos de empleo. Además, los trabajadores tienen derecho a una información optima de las condiciones de empleo, que debe -en el caso de la contratación internacional- ser comunicados antes de la inmigración (ILO, 2013).

Aunque estas legislaciones nacionales e internacionales parecieran ser una avance para la protección social de las trabajadoras del hogar, la realidad sigue siendo compleja. Los contratos no son respetados y el trabajo domestico sigue siendo uno de los trabajos más racializados y marginalizados en la actualidad. De muchas formas las trabajadoras domesticas globales siguen cargando en sus hombros la responsabilidad más importante de todas: el cuidado de nuestros hogares, niños y ancianos. Mañana es el día internacional de la trabajadora del hogar, es un día histórico instaurado en 1988 en Bogotá, Colombia en donde tuvo lugar el primer Congreso de Trabajadoras del Hogar y donde se conformo la confederación Latino Americana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLATRAHO). Este día es sin lugar a dudas producto de la lucha de los activistas, académicos y trabajadores domésticos que han denunciado la sistemática explotación de dichas trabajadoras. Este es un día en el cual quienes nos reivindicamos como feministas globales tenemos la obligación moral de pensar en las implicaciones de la explotación, racialización y discriminación de género que persisten a nivel global en el trabajo doméstico.

A mi modo de ver, este es un día para reflexionar en las siguientes preguntas: 1- ¿Sería posible una sociedad en la que cada ser humano fuera responsable de sus tareas del cuidado, aboliendo así la necesidad del trabajo domestico?, Y 2- ¿Si dicha sociedad no es posible, cómo podríamos dignificar el trabajo domestico, hacer de el un trabajo en vez de una labor femenina sin importancia? Son dos preguntas que nos llaman a la reflexión el día de hoy. El día de hoy te invito a pensar en estas preguntas…

Referencias

A, Freitas, M, Godin, & A Rea. (2012). Carrieres migratoires des femmes Latino-Américaines dans le secteur de la domesticité à Bruxelles. In Femmes dans le procesus migratoires contemporaines une analyse de la féminisation de la migration vers la Belgique. Ghent, Brussels: Ghent Academia Press Politique Fédérale Belspo.

B, Camargo. (2015). Outsourcing Housework: Clients, Agencies and the Voucher System in Brussels. In Sabrina Marchetti & Anna Triandafyllidou (Eds.), Employer, Agencies and Immigration: Paying for Care. England-USA: Ashgate Publishing Company.

ILO, 2011. C189-Domestic Workers Convention, Pub. L. No. N.189 (2013). Retrieved from http://www.ilo.org/dyn/normlex/en/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:C189

M. K, Zimmerman, J.S, Litt, & C. E, Bose. (2006). Global Dimensions of Gender and Carework. California: Standford University Press.

O. R.C.A. (2013). Le Personnel Domestique/Le Project Work (Travailleurs Sans Papiers O.R.C.A 2012 Annuel Report).

R, Salazar-Parreñas. (2001). Servants of Globalization. Women, Migration and Domestic Work. California: Standford University Press.

W Giles, V, Preston, & M, Romero. (2014). When Care Work Goes Global: Locating the Social Relations of Domestic Work. Ashgate Publishing.

Vivas Romero, M. "The Impact of Employment Relationships on Domestic Worker’s Achievement of Transnational Family-Work Balance." (2015). Paper presented at: INTERNATIONAL WORKSHOP Employment relationships in migrant domestic work: a transnational perspective

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