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¿Mas allá de las coronas de belleza? Nacer mujer y mestiza en la sociedad venezolana

“La mujer Victoriana se convirtió en sus ovarios mientras que la mujer actual ser convirtió simplemente en su “belleza”

(Wolf, 1990)

La foto de arriba corresponde a una imagen que se hizo viral en las redes sociales hace alguno años. Es el ejemplo de una Miss Venezuela antes y después de su “transformación”. La imagen del después es ella “corregida” “re-hecha” “arreglada”. Así se habla en venezolano para describir a una mujer que ha pasado por la dolorosa experiencia del bisturí, tal cual como se habla de un producto con defectos de fabricación. Los mujeres mestizas, crecíamos al menos en mi época, pensando que habíamos nacido con el peor de los defectos es decir: “no ser totalmente blancas.” Es común que la mujer mestiza en Venezuela se someta a los quirófanos del país queriendo corregirse el pasado colonial que se vuelve visible en nuestras facciones y cuerpos[i]. Mestizas según el discurso coloquial somos los hijas del negro, del blanco y del africano. Somos el producto de la mezcla étnica forzada que se dio después de la colonización.

Aunque deje el país muy joven a través de mi experiencia de vida me he atrevido con frecuencia a cuestionar la condición de la mujer mestiza en la sociedad venezolana. Me atrevo porque aunque me haya ido a corta edad fueron valores que siguieron estando presentes aún en mi ausencia física del país. Nacer mestiza era sentirse vigilada en términos de Foucault y siempre en descontrol de nuestros cuerpos, cuerpos desordenados por la mezcla inadecuada de etnias tan diferentes. Era común escuchar los adjetivos “buenos” o “nobles” para hablar de mis cabellos heredados de mi padre blanco y “desperfilada” para hablar de la “nariz, tosca” heredada de mi abuelo afro-venezolano. Crecíamos con las miradas puestas en los comerciales de las pancartas de la ciudad repletas de mujeres blancas y de modelos imposibles de imitar. Se nos criaba bien, para que en algún momento en nuestras vidas optáramos por “mejorar la raza” y casarnos bien. Desde luego se nos educaba para ser damas de hierro[ii], dóciles y bajo el control de un bio-poder que obedecía a las líneas raciales y post-coloniales que delimitaban el orden social de la sociedad venezolana. Un orden social que privilegiaba incuestionablemente al blanco el Europeo, el hijo del italiano y el español y era seguido por el mestizo, el afro-descendiente y por último las mujeres y niños.

Producto de haber crecido bajo las normas de esta sociedad, durante años controle mi cuerpo con practicas dolorosas y tediosas. Alaciaba mis cabellos que se habían ondulado con el pasar a la adolescencia, comía en cantidades pequeñas para que no me crecieran las caderas y me avergonzaba constantemente de la nariz que había heredado. No fue hasta llegar a mis primeros años de universidad en el extranjero, cuando la lectura del “Mito de la Belleza” de Naomi Wolf me permitió cuestionar la manera en que hasta ese momento había tratado mi cuerpo. Lejos, del país y sin poder presenciar el cambio que suscitarían las nuevas leyes que optaban por una mayor inclusión racial, Wolf y otra feministas se convirtieron en mis tutoras de vida. Aunque Wolf no háblese de mi experiencia particular como mujer mestiza en la sociedad post-colonial venezolana, me pareció que el daño perpetuado contra con el cuerpo femenino era una realidad global. La lectura de Wolf despertó en mi una obsesión por desaprender todo lo que me habían enseñado. Me obsesione, por buscar mi historia y la historia de las mujeres de mi condición para volver a tomar control de mi cuerpo.

Apropiarme de mi cuerpo, es una ejercicio diario que continua hasta el día hoy. Sin embargo, la liberación del cuerpo frente al ideal de único de una belleza no es una experiencia que me es única. Hablar de la liberación mi cuerpo y del cuerpo femenino en general es hablar de las vidas femeninas que se pierden en la agonía de querer obedecer a un esquema único de bellezas. En fin, vale la pena preguntarse ¿Quiénes seriamos si el mundo no nos hubiera censurado? ¿Qué podríamos hacer por el mundo en el que vivimos si liberáramos nuestros cuerpos y conciencias de dicho ideal de belleza? ¿Qué hacemos a diario para liberar la conciencia y el cuerpo? Parece absurdo preguntarse estas cosas en un mundo como el que vivimos, pero de no empezar por hacernos estas preguntas jamás encontraremos soluciones para cambiar aquello que nos agobia. Desde luego, aunque sé que se me acusara de extremista, empezar por cuestionar y confesar estas experiencias es un paso hacia ese cambio.

[i] http://www.ine.gob.ve/documentos/Demografia/CensodePoblacionyVivienda/pdf/nacional.pdf

[ii] Wolf, Naomi, (1990)The Beauty Myth: How Images of Beauty Are Used Against Women. ISBN 0-06-051218-0.

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