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Días de Santiago y el orden de las cosas


Cuando vi por primera vez la ópera prima de Josué Méndez: Días de Santiago (2004), nadie me había advertido que la película narraba no sólo la dura realidad y el doloroso proceso de adaptación para un ex combatiente de guerra en el Perú. Pude llegar a la conclusión que la película era una suerte de denuncia, ya que visibilizaba una violencia de género (violencia sexual, económica, física, simbólica y verbal) alarmante y naturalizada en el imaginario peruano.

Santiago Román,protagonista de la película, ha regresado de la zona de conflicto armado donde permaneció por más de tres años[1]. Sin embargo, la ciudad no le ha dado la bienvenida, y desde un inicio se hace evidente el desfase entre su formación militar y el contexto donde debe sobrevivir ahora. En un contexto de pobreza, arenales, urbe y construcciones de viviendas precarias, aparece la imagen de su esposa golpeada.

La imagen del rostro golpeado de Mari (esposa de Santiago) es una antesala a lo que veremos luego en la película. Parece haber una estrecha relación entre el silencio y la violencia. Ambos (Mari y Santiago) se encuentran juntos esperando el autobús sin decir palabra. A propósito de la violencia de género que experimenta Mari, cabe mencionar que el Perú es uno de los países latinoamericanos con mayor índice de violencia de género al igual que de feminicidios[2].

Además de incomprendido, Santiago proviene de una familia donde reina el machismo más ordinario, con un padre que obliga a su hija adolescente a vestirse con ropa provocativa para vender mejor y para que los clientes entren a la bodega, clara muestra de la objetualización sexual de la mujer; una madre sumisa, desarreglada y desgastada, que hace las veces de empleada y sirvienta en casa: Sirve a todos y sigue las órdenes de su amo (su marido) y un hermano que también golpea y abusa físicamente de su mujer. A quien se dirige con el apelativo “zorra” frente a su pequeño hijo.

El padre de Santiago es un hombre vulgar y primitivo. No trabaja, solo da órdenes y exige obediencia por parte de sus mujeres (esposa, hija y nuera). Al querer conversar con Santiago le ordena que lo mire a los ojos como un “macho”, al mismo tiempo que le pide que regrese a su casa y resuelva sus conflictos con su mujer.

En Días de Santiago encontramos la figura del “macho latinoamericano”, quien hace uso de su fuerza física y abusa de su mujer. Domina, controla, manda y demanda. Asimismo, observamos la naturalización del concepto mariano[3]. Con la mujer “madre” abusada, abnegada, sumisa y resignada a servirle a su marido. Mientras que el hombre es presentado como un holgazán, que no aporta nada, la mujer es quien trabaja arduamente desde muy pequeña, llevando a cabo tanto las labores domésticas como el trabajo remunerado.

Si de orden se trata, Santiago, como buen militar, elabora un plan para poder conversar con su mujer y llegar a un acuerdo. En el monólogo de Santiago observamos con claridad su enfoque en el rol de la mujer y del hombre en la sociedad. Santiago piensa en todo, en los horarios, las comidas, crea un menú para toda la semana (los sábados Mari puede cocinar lo que ella quiera, no vaya a pensar que él le quiere imponer algo). Piensa en las labores de casa, él debe salir de casa a trabajar, y su mujer hacer la compra y cocinar. La frase que encierra el mensaje machista tan arraigado en la sociedad peruana es: “Todo tiene su orden, todo tiene su razón de ser. Sin orden nada existe. Yo soy el hombre y tú eres la mujer”.

La cinta permite una crítica hacia el rol de la mujer y del hombre en la sociedad peruana. Así, la representación psicológica y visibilización de la actitud de las mujeres hacia el maltrato en esta película transita por varias fases, estadios y posiciones posibles: se orienta desde la permisividad del acto violento, la participación en la violencia mutua hacia la pareja, la intolerancia del mismo acto que llega hasta el abandono de la pareja y la ideación homicida.

Invito a todos a ver y a reflexionar sobre uno de los mejores filmes peruanos de estos últimos años.

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[1] Nos referimos a la Guerra del Cenepa, enfrentamiento bélico que ocurrió sobre la Cuenca del río Cenepa en territorio peruano ocupado por el ejército ecuatoriano desde 1994.

[2]La violencia contra las mujeres está vinculada a factores de desigualdad económica, social y cultural, afirmó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un informe presentado en México. Esta conclusión se desprende del último estudio anual del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la organización, presentado en el marco del XV Encuentro Internacional de Estadísticas de Género realizado en la ciudad mexicana de Aguascalientes (2013).Los datos indican que en el año 2013, 88 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en Colombia, 83 en Perú, 71 en la República Dominicana, 46 en El Salvador, 40 en Chile, 25 en Uruguay, 20 en Paraguay y 17 en Guatemala. Consultar en: http://www.rpp.com.pe/2014-11-08-cepal-peru-ocupa-el-segundo-lugar-en-feminicidios-en-latinoamerica-noticia_740542.html, fecha de consulta: [27.05.2016], http://bvs.minsa.gob.pe/local/minsa/1253_PROM47.pdf, fecha de consulta: [27.05.2016]

[3]El concepto del marianismo, al igual que el machismo donde es presentada la figura de la mujer como madre y luchadora, al mismo tiempo que pura y sumisa, lo hemos encontrado en autoras como Norma Fuller, LiubaKogan, Cecilia Blondet etc. Investigadoras peruanas.

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