top of page

No Más Bebés

“Jovita Rivera said a doctor told her she should have her ‘tubes tied’ because her children were a burden on the government …” /Jovita Rivera dijo que un doctor le informó que sería ligada porque sus hijos eran una carga para el gobierno/ —Los Angeles Times, June 19, 1975 (*)

“And this lady came, I don’t remember seeing her face, I just remember her voice telling me, ‘Mijita, you better sign those papers or your baby could probably die here.’” /Y vino esta señorita, no recuedo su rostro, solo su voz que me decía, Mijita, mejor firma esos papeles o sino tu bebé morirá aquí/ —Consuelo Hermosillo, interview (*)

“… the doctor would hold a syringe in front of the mother who was in labor pain and ask her if she wanted a pain killer; while the woman was in the throes of a contraction the doctor would say, “Do you want the pain killer? Then sign the papers.” /el doctor sostenía una jeringa frente a la madre que estaba en plena labor de parto y le preguntó si quería un analgésico. Mientras que la mujer estaba en contracciones el doctor le dijo “¿quieres esto? Entonces firma el papel”/ —Dr. Karen Benker(*)

En mayo de 1978, se inicia el juicio Madrigal vs Quilligan, enfrentando a 10 víctimas de Los Angeles County-U.S.C. Medical Center, un hospital público, localizado en el centro de una gran comunidad inmigrante del lado este de Los Angeles, California. Las demandantes alegaban que entre 1971 y 1974 habían sido víctimas de esterilizaciones no deseadas.

El perfil de las víctimas era el mismo: inmigrantes latinoamericanas y con bajos ingresos económicos. Sus historias eran sorprendentemente similares. Todas las víctimas habían sido esterilizadas luego de pasar por partos difíciles, en algunos casos ningún consentimiento fue obtenido, mientras que otras, fueron coaccionadas a firmarlo. A Elena Orozco se le dijo que su hernia sería reparada sólo si ella accedía a ser esterilizada - a lo que se negó hasta el último momento antes del parto -. Guadalupe Acosta nunca firmó un formulario de consentimiento durante su estadía en el hospital en 1973. Rebecca Figueroa firmó el consentimiento luego de que se le explicase que era una operación con resultados reversibles. A Dolores Madrigal se le informó, falsamente, que su esposo había firmado el consentimiento.

Cuarenta años después del juicio Madrigal vs Quilligan, el documental de la directora Renee Tajima-Peña No Más Bebés”, saca a la luz uno de los capítulos más oscuros de la historia de California. Mientras entrevistan a las víctimas, “No Más Bebés” nos permite un trágico viaje en el tiempo que nos lleva a un presente marcado por el dolor de las protagonistas. ¿En qué estaban pensando los médicos del condado californiano? Durante el juicio, se sostuvo que los médicos estaban convencidos que las mujeres enfrentaban problemas de salud y que la esterilización era la única manera de protegerlas. Sin embargo, el documental señala que durante los años ’60 – ’70 existió un clima de temor generalizado a la superpoblación, que resultó en fondos federales para los estudios de control de la población. Dichos controles a la maternidad nunca fueron sugeridos para las mujeres blancas con las familias numerosas, planteando un espectro de eugenesia por motivos raciales.

Durante el juicio, sólo un testigo clave, Karen Benker, habló en contra de los médicos. Ex - técnica en el hospital del condado, enfrentó al Dr. Edward James Quilligan, principal acusado y jefe de Obstetricia y Ginecología desde 1969. Benker afirmó que Quilligan consideraba que las mujeres pobres de las minorías del condado de Los Angeles tenían “demasiados bebés” lo que conllevaba a una tensión para la sociedad. Benker también declaró durante el juicio de cómo Quilligan se jactaba de una subvención federal de $ 2 mil millones de dólares que pretendía utilizar para mostrar, en sus palabras: “cuanto podemos reducir la tasa de natalidad en la población negra y mexicana de Los Angeles”. De acuerdo con Benker, las esterilizaciones fueron realizadas en mujeres con más de dos hijos y que pasaron por césarea. Benker fue marginalizada y su testimonio fue dejado de lado contra el de sus colegas varones.

A pesar que los testimonios sobre el abuso de la esterilización en el County General fueron corroborados, el juez Jeese Curtis determinó que los acusados habían actuado de buena fe. Si bien reconoció que las mujeres habían "sufrido estrés emocional y físico severo a causa de estas operaciones", se negó a culpar a los médicos y consideró que los hechos estaban relacionados con una ruptura en la comunicación entre los pacientes y los médicos, y de ninguna manera se trataba de una acción concertada o conspirativa. Es más, Curtis representó el caso como un" choque de culturas ", y, basándose en una interpretación simplista de la cultura mexicana, sugirió que si las demandantes no hubieran sido inclinadas naturalmente a tener familias grandes, sus esterilizaciones postparto nunca habrían sido motivo de un caso legal.

A pesar de que las demandantes perdieron el caso, Madrigal vs Quilligan marcó un hito importante en los procedimientos de esterilización en los hospitales. Desde 1974 nuevas directrices son formalizadas, asegurando una cláusula bilingüe en los formularios de consentimiento. El condado general, empezó a cumplir con las normas federales, lo que incluye un periodo de 72 horas entre el consentimiento y la operación.

Según Renee Tajima-Peña, directora de “No Más Bebés” “el punto más importante de la película es el marco de la justicia reproductiva. Una mujer tiene derecho a no tener hijos si ella elige, o tener un hijo y criar a ese niño en dignidad”. “No Más Bebés” nos recuerda una página más de las muchas en la historia de esterilizaciones forzadas que se da en el mundo. La historia de las mexicanas esterilizadas bajo engaños o sin autorización nos recuerda el perfil permanente de las víctimas: inmigrantes, analfabetas, pobres.

bottom of page