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Igualdad para todos


Según la real academia española, la igualdad se define como: Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones.

El feminismo, al menos la rama a la que considero que pertenezco, hemos hecho de esta definición nuestro lema. Queremos que se reconozca la igualdad de todos, sin distinción de género.

La historia nos ha dado cientos de ejemplos en donde el patriarcado que ha existido y sigue existiendo han hecho que las mujeres estamos en desventaja en muchas situaciones: estudios, trabajo, educación, salud etc.

A través de la educación y de mucho esfuerzo hemos logrado cambios drásticos en los últimos cincuenta años, en la mayoría de países tenemos derecho a votar, a trabajar, acceso a los métodos anticonceptivos, a ser un poco más dueñas de nuestro destino, aunque aún queda muchísimo por hacer para que la igualdad sea total.

¿Pero qué pasa cuando somos las mismas mujeres que nos negamos a aplicar la igualdad?

Hace unas semanas me topé con este artículo (en inglés) click . El artículo se intitula: Carta a mi esposa que no quiere trabajar mientras yo trabajo hasta mas no poder.

En la carta el esposo nos explica estar casado con una mujer que al igual que él es abogada, que se conocieron durante la carrera y lo orgullosa que ella estaba el día de su graduación.

“El embarazo – algo que ambos queríamos – hizo que tomaras el trabajo más importante en el mundo. Después de varios años, fuimos nuevamente bendecidos con un segundo hijo. Tu nunca volviste a trabajar, incluso cuando los niños estaban a tiempo completo en la escuela durante años, y nuestro primer hijo pronto ira a la universidad.”

El marido nos cuenta como su carrera ha sido exitosa, poseen una casa en un barrio tranquilo, se van de vacaciones e incluso tienen ahorros, pero para él todo esto a un alto precio. Sus niveles de estrés están al máximo y tiene la sensación que no podrá resistir otros 25 años más a ese ritmo.

“Muchas veces sueño con dejar la firma por un trabajo menos estresante, compensando el aspecto financiero con el dinero que tu ganes, aunque sea un sueldo modesto.

Me he pedido, muchas veces rogado, durante años de que consigas un trabajo, cualquier trabajo. Mucho de mi tiempo libre la paso ayudando en la casa y con los niños, y reconozco que los roles de género tradicional a veces son opresivos, es un arma de doble filo. Me sentiría menos usado y sólo si ayudaras financieramente, aunque sea un poco.”

“Esto no va a pasar. Está claro de que tu estas BIEN conmigo trabajando hasta ya no poder, en una carrera estresante y que detesto cada vez más, siempre y cuando tu no tengas que volver a trabajar.”

El esposo nos da una descripción de las varias actividades de la mujer que incluyen voluntariados, hacer deporte y tener varios hobbies, así como socializar con otras mujeres en su misma situación.

Y quizás la parte más importante de esta carta es la siguiente:

“Quiero que trabajes para que yo no me despierte durante la madrugada angustiado con la idea de que mi carrera es lo único que nos separa de la ruina financiera. Quiero que trabajes para que nuestra matrimonio sea más un equipo y yo me sienta menos como tu banco. Quiero que nuestra hija te vea trabajar, y quiero que ella trabaje para que nunca tenga que depender de un hombre como tú dependes de mí, no importando cuanto él la ame (y la amara)”.

Cambiar a nuestra sociedad es un trabajo largo, por años hemos repetido, gritado, pedido que se nos respete, que se nos reconozca nuestra capacidad intelectual, nuestra capacidad de realizar el mismo tipo de trabajo que los hombres, que se nos pague igual.

Entonces ¿por qué algunas mujeres sienten que está bien explotar económicamente a un hombre, dejándole toda la responsabilidad financiera?

Al principio de la carta, nos da a entender que su esposa decide dejar de trabajar para poder ocuparse de sus hijos, perfecto, pero si leemos bien, él esperaba que ella regresaría a trabajar una vez los niños fueran ya a la escuela, lo que me hace suponer que quizás esta decisión de ocuparse de los niños fue una idea de ella, que él apoyo, pero no algo que ambos acordaron.

La igualdad sobre todo en el matrimonio, significa ser un equipo, en el que ambos participan en las decisiones, en el que ambos puedan crecer como personas, y realizar sus sueños. Todo esto sin sentir que uno se está aprovechando del otro.

Así como en ningún caso la mujer debe de sentir la presión de tener que quedarse en casa cuidando de los niños y dejar todas sus aspiraciones y ambiciones fuera, ningún hombre debe de sentir que su único deber es aportar el dinero a casa.

Admitiré que estamos atravesando por una etapa “difícil” de muchos cambios, en la que ambos géneros debemos de ajustarnos, re evaluar lo que se nos ha enseñado sobre los roles e irlos modificando hacia una sociedad igualitaria.

Y quizás por eso creo que este tipo de cartas, es un grano de sal que nos hace darnos cuenta de todo el camino que aún nos queda por recorrer.

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