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#NiUnaMenos


“Empezó a los 15 años, él – su padre – la observaba desnuda. La madre lo sabía, la madre callaba.

Años más tarde, ella habló, su padre la había violado. Nadie le creyó “está loca, es una mentirosa”. Proteger al varón de la familia, protegerlo siempre. Mucho tiempo después ella murió. Y nadie le creyó” (Lorena, Perú, 40 años)

“La sopa no estaba bien preparada, bueno, a su gusto (la de él). Me tiró encima la sopa caliente, para que aprenda a prepararla (según él)” (Sadith, Colombia, 25 años)

“Estuve conversando con el vecino. Al regresar a casa, solo gritó “tú eres mía”, me desnudó y me golpeó con su cinturón. Me sacó al patio tirándome los cabellos, me siguió golpeando, y nadie dijo nada” (Rosa, Ecuador, 30 años)

“Solo pude decir que él me había violado, tres meses después de que sucedió. Mi madre me dio una bofetada y me dijo “¿qué hiciste? ¿Por qué lo provocaste?” (María, Perú, 18 años)

“Me dijo algo que no entendí. No hice mayor caso. Luego empezó a gritarme ‘puta, puta’ por la calle. Nunca lo vi antes, no sé quién era” (Flor, Venezuela, 22 años)

“Me siguió durante tres cuadras, diciendo frases obscenas ‘que rico c…’, en un momento me harté y le dije que llamaría a la policía. Se enfureció y me dijo ‘¿quién te crees fea de mierda?, agradece que te estoy mirando” (Klara, Perú, 26 años)

“Llevamos saliendo un mes. Me quitó el teléfono celular y como lo tengo bloqueado con una clave, me dio una bofetada y me insultó. Me dijo “puta eres, ¿qué escondes?” (Sara, Chile, 21 años)

“Me arrastró por las escaleras y me pateó delante de nuestros hijos. Se lo conté a mis padres. Me dijeron que eso sucede en todos los matrimonios ‘nadie dice que el matrimonio sea fácil, hija. Tienes que aprender a domarlo” (Mariana, Guatemala, 25 años)

“él me dijo que la primera vez de mi hija tiene que ser con su padre. ¿Qué puedo hacer? ¿Y si después nos deja? Ella lo olvidará rápido” (Rosa, Perú, 35 años)

“él sabe dónde golpear. Allí dónde nadie puede ver” (Teresa, México, 42 años)

Del acoso callejero, a agresiones verbales. El machismo empieza en casa y muchas veces se oculta en casa. Las violaciones de mujeres por parte de sus parejas no son contadas como violaciones. Existen casos en que mujeres no saben diferenciar una violación “no quería pero me obligó, soy su mujer, de todos modos” y el asunto termina allí. ¿Cuántas violaciones por parte de un familiar cercano no han quedado silenciadas para proteger la honra familiar?

En América Latina, el sexismo, acoso sexual y agresiones verbales son vistos y aceptados como parte la cultura. Las agresiones empiezan desde muy temprana edad. Las mujeres somos educadas para avergonzarnos, callar y disculpar al varón, cuyo comportamiento es aceptado “porque es varón”.

Al silencio familiar, se suma la impunidad. Según la CEPAL, la tasa de exención de delito alcanza casi el 98% en crímenes por feminicidio. A pesar del creciente trabajo de organizaciones civiles que ejercen presión para combatir el machismo, muchas veces se ven limitados frente a la corrupción o simple desidia de los órganos policiales y de justicia. ¿Cómo poner fin a esta ola de violencia, cuando las víctimas son tratadas como principales culpables cuando exponen una denuncia?

Veinte países latinoamericanos cuentan con leyes de prevención, erradicación y sanción contra la violencia contra las mujeres. Sin embargo, solo ocho especifican recursos destinados en el presupuesto nacional para poder ejecutar las normas establecidas – bajo forma de capacitación y reparación a las víctimas de violencia o sus familiares[1] -.

Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe del CEPAL, un total de 1’678 mujeres fueron asesinadas en países de la región, la cifra debe ser mayor ya que México, Argentina y Brasil no aportaron datos oficiales. Hasta que no existan cuerpos legales que permitan protegernos y mientras que el Estado no considere la violencia contra la mujer como tal, los delitos quedaran impunes.

El Estado es, en teoría, el principal protector de sus ciudadanos. La violencia contra las mujeres es un problema de seguridad nacional. ¿Cómo podemos hablar de una sociedad preocupada la protección de los derechos humanos de sus conciudadanos cuando las mujeres son maltratadas en sus propias casas y este maltrato es socialmente aceptado? El Estado debe brindar seguridad en todas las esferas: privada, en la calle, centro de estudios y de trabajo. Si un porcentaje de la población sufre violencia en todas esas etapas, el Estado está fallando.

El feminicidio es la forma máxima de violencia contra la mujer. La mujer es asesinada por su género. Existen discursos que intentan esconder o minimizar las cifras de feminicidio, indicando que se tratan de otros homicidios y que no existen cifras en los que el varón es asesinado por ser varón. En un contexto patriarcal, una víctima de feminicidio es aquella que es asesinada luego de ser violada (por ser mujer), una víctima de feminicidio es aquella que es asesinada porque no se dejó violar (por ser mujer), una víctima de feminicidio es aquella que es asesinada porque rompió su relación de pareja (por ser mujer), una víctima de feminicidio es aquella que es asesinada porque su pareja sintió celos (por ser mujer, es su propiedad), una víctima de feminicidio es aquella que es asesinada por que nació niña (por ser mujer).

Susana Chávez Castillo, poeta y activista mexicana, luchó contra la violencia machista en su país. Fue una de las pioneras del movimiento contra el feminicidio en México, el 11 de enero del 2011 fue encontrada muerta con una bolsa de plástico en la cabeza y la mano amputada. Susana es la autora del grito “Ni una muerta más” que luego sirvió de ejemplo para el movimiento #NiUnaMenos.

México, España, Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y ahora Perú, son los países donde #NiUnaMenos se escucha en voz alta, como un grito de guerra contra el machismo que hiere, contra el machismo que mata.

#NiUnaMenos no es un capricho. #NiUnaMenos no es un movimiento de exageradas. #NiUnaMenos no es una cortina de humo. #NiUnaMenos no es una marcha manejada por histéricas que ven violencia dónde no la hay. #NiUnaMenos no es una campaña de marketing.

#NiUnaMenos ES un grito de hartazgo. #NiUnaMenos ES un grito colectivo CONTRA la violencia machista.

#NiUnaMenos nos incumbe a todos.

Mientras exista una sociedad que excuse al violentador y acuse a la víctima, mientras existan órganos policiales y de justicia corruptos y corruptibles, no avanzaremos. Estamos viviendo un momento, donde callar ya no es una opción. El grito #NiUnaMenos significa que no permitiremos que ninguna de nuestras hijas se sienta insegura por el hecho de ser mujer. El grito #NiUnaMenos significa que no permitiremos que ninguna de nosotras vuelva a sentirse culpable por ser violentada. El grito #NiUnaMenos significa que no habrá una próxima víctima porque el asesino creyó que ella era de su propiedad. El grito #NiUnaMenos significa que no me tocarás, ni a ella ni a ninguna de nosotras, sin que recibas un castigo justo. El grito #NiUnaMenos significa que no dejaremos que el Estado siga sordo y ciego mientras #NosEstanMatando. El grito #NiUnaMenos significa que haremos la bulla que sea necesaria hasta que la sociedad se despierte de su letargo patriarcal.

[1] Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú y República Dominicana han tipificado el delito de feminicidio, mientras que Argentina y Venezuela establecen el homicidio agravado por razones de género en su legislación.

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