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Enriqueta Basilio, la primera mujer que prendió la llama olímpica


Leyenda de la foto: Enriqueta Basilio en 1968, foto de Mario De Biasi, dominio público.  http://www.gettyimages.co.uk/detail/news-photo/enriqueta-ayats-basilio-sotelo-smiles-at-the-camera-wearing-news-photo/470653012

Ahora que estamos en tiempos olímpicos, vale la pena detenerse a recordar a algunas mujeres que marcaron hitos en la historia olímpica.

Norma Enriqueta Basilio Sotelo, conocida como Queta Basilio, nació en Mexicali, Baja California, el 15 de julio de 1948, es una atleta mexicana que en 1968 fue la primera mujer en la historia en llevar la antorcha olímpica y encender el pebetero. Ocurrió el 12 de octubre de 1968, en los XIX Juegos Olímpicos que se realizaron en la Ciudad de México.

Las Olimpiadas de México 1968 marcaron muchos hitos: fueron los primeros que se organizaron en América Latina, fue la primera vez que una mujer encendió la llama olímpica. El momento parecía ser el apropiado, pues en el mundo occidental había un movimiento creciente por los derechos de las mujeres.

Según contó la propia Queta Basilio en un extenso artículo publicado en BBC Mundo, “empecé a escalar sin ver ni escuchar nada, perdí la noción. Me concentré, cerré mi mente para únicamente pensar en que tenía que llegar. […] Creo que [con esta acción] no solamente encendí el pebetero olímpico, [sino que también] encendí el corazón de las mujeres, la lucha por la justicia, por la equidad; la lucha por la igualdad”.

Las Olimpiadas de 1968 se llevaron a cabo en un mundo aún dividido por la Guerra Fría. Al mismo tiempo, México enfrentaba fuertes problemas sociales, con protestas estudiantiles concentradas en la capital, que tuvieron su punto más grave el 2 de octubre de 1968, apenas diez días antes de la inauguración de las Olimpiadas, cuando el Ejército disolvió violentamente una protesta de jóvenes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, una acción que ha pasado a la historia como la matanza estudiantil de la Plaza de las Tres Culturas. Esto hizo que muchos se preguntaran si las Olimpiadas podrían llevarse a cabo luego de los graves hechos.

Antes de ser elegida para el momento cumbre de la inauguración olímpica en su país, Queta se había ganado fama como campeona nacional en la categoría de 80 metros con vallas. A sus 20 años, su mayor sueño era competir en las olimpiadas, sueño que sea veía lejano pues realmente no tenía mucha experiencia. Sus participaciones previas se limitaban a dos torneos internacionales: los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá, en 1967, y una competencia en Cuba el mismo año de las Olimpiadas de México.

Enfrentó algunas voces discordantes cuando se supo que ella era la elegida para encender la llama olímpica: que era mujer, que no tenía experiencia en torneos deportivos internacionales, que era originaria de una ciudad lejana a la capital mexicana. Una ciudad desértica donde las temperaturas estivales se acercan a los 50°C, por cierto. No obstante, el comité organizador mantuvo su decisión, impulsado por el apoyo que recibió de muchos competidores y también por el entorno social de las olimpiadas.

Llegado el gran día, Queta tuvo que salir con su ropa blanca de entrenamiento pues nadie se acordó de llevar su uniforme. Y así, con ese uniforme improvisado, entró a un abarrotado Estadio Olímpico Universitario, el 12 de octubre de 1968.

"Salí a la pista y en la curva de los 200 metros había deportistas para tomar fotos, me entró nerviosismo, me cerraron el paso, debía agarrar velocidad y sentí que no iba a llegar a las escaleras", dijo Basilio a BBC Mundo.

Entonces aparecieron unos muchachos scout que habían formado una valla para facilitarle el camino hacia los escalones conducían al pebetero. Le abrieron paso, ella subió 92 escalones, se volvió hacia el estadio, levantó la antorcha y encendió el fuego. Nadie le había dicho cómo lo tenía que hacer.

Miles de palomas aparecieron alrededor, mientras Queta Basilio sonreía y pensaba "Ya cumplimos las mujeres, porque iba representando a las mujeres. No era únicamente yo, eran las mujeres de México y de todo el mundo".

Tuvieron que pasar 44 años hasta que otra mujer encendiera la llama olímpica en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.

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