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A la mujer de mi país le huele la piel a caramelo y mestizaje

Una tarde de sequía en Venezuela siempre huele a la lluvia que no logró caer. Una tarde de sequía siempre huele a desencanto. El gran día habría llegado. El día entero había caminado de arriba abajo en mis tacones de plástico especiales para niñas de 4 años. Camine incesantemente con mi libro en la cabeza por el pasillo de buganvilias de la casa de la tía Ana. Estábamos en la Isla de la abuela y se escuchaban las olas del mar. Nos sentamos desde las siete de la noche en las sillitas de alambre de la sala. El televisor tenia una imagen a colores de los años 90. Mi tía Milagros acomodo la antena para poder ver el evento más importante del año. Mágicamente quedamos hipnotizadas y escuchamos la famosa canción: “En una noche tan linda como esta, cualquiera de nosotras podría ganar y ser coronada Miss Venezuela….” Comenzaba el desfile y como cada año yo iba buscando la niña con color caramelo. La niña que tuviese la nariz tosca como la mía y los cabellos negro azabache. Una vez más regresaba a Caracas con el desaire de no haberla visto. Me miraba al espejo y me detestaba. Mis esperanzas quedaban puestas en las cirugías que algún día borrarían el mestizaje de mis venas.

Al pasar del tiempo la inmigración me hizo ir olvidando el sueño de caminar por la pasarela del más grande evento del país. Deje de ver el Miss Venezuela en una sillita de alambre y me convertí en la mujer que soy hoy. 26 años bastaron para descubrir que el modelo de belleza occidental femenino me aturdiría el cerebro. Sin embargo, comprenderlo no fue suficiente, seguí buscando en las figuras de los medios venezolanos una niña con la piel color caramelo. Como mágicamente comenzaron aparecer las niñas color caramelo. Ivian Sarcos fue la primera en sorprenderme, era una niña huérfana que se corono Miss Venezuela el los años 2000 y luego ganó el Miss. Mundo. Ivian se encargo de resaltar sus orígenes humildes y sus estudios en la Universidad Central de Venezuela. A Ivian le siguió la actual Miss Venezuela Keysi Sayago una ingeniera industrial. Keysi la seguí mucho más en las redes sociales y mientras lo hacia me sorprendieron los comentarios misóginos y racistas hacia su persona. Keysi como pocas otras respondió a esos comentarios con firmes palabras:

Nunca tuve presente que era más o era menos por mi color de piel, realmente lo que pensé fue en mi trabajo. Que muchos de los venezolanos se sintieron identificados con ellos uff súper feliz eso fue un plus. Pero nunca pensé: ‘ay sólo porque soy morena voy a ganar.’ Incluso con nuestro manager todas somos distintas pero del resto no nada preocupada porque soy morena. Si he visto que el señor Trump tuvo su opinión, pero no me parece, no lo comparto pero lo respeto[i].”

Keysi, como todas las niñas que pasan por el concurso fue transformada por el bisturí. Su nariz parecida a la mía fue rehecha para ser punta aguda como la de los blancos. El punto de este artículo no es cuestionar a Keysi ni a Ivian. El punto es cuestionar el modelo racial y de género que dirige nuestro país. Después de todo ellas son simplemente el resultado de una historia. En realidad, la cuestión parece superficial pero no lo es. Tal cual como lo describe una socióloga entrevistada para el documental “To Be a Miss” el Miss. Venezuela se puede vincular con la historia de la democracia moderna Venezolana. El concurso de belleza estuvo por mucho tiempo vinculado al periodo democrático que surge después del régimen del General Marco Antonio Pérez Jiménez. En ese momento la reina fue elegida para darle una madrina al pueblo y celebrar la nueva democracia. El problema con ese nacionalismo es que está centrado en callar a mitad de la población es decir a la mujeres.

La mujer venezolana se convierte en un robot, en un esclavo de un modelo de belleza que no corresponde a nuestra historia. En la agonía de volverse una mujer occidental mainstream, crece observando su cuerpo con una mirada critica. Crece soñando pagar una cirugía para borrar el traste del mestizaje. En su afán de llegar a convertirse en la mujer más bella del país busca el apoyo del hombre blanco y capitalista que apoyará su sueño y la patrocinará para ganar la corona. Posteriormente, se convierte en un producto de la economía, un producto que se exporta tal cual un barril de petróleo..

El Miss Venezuela al mismo tiempo calla y venda a un país entero. Un país que espera con ansias sentarse en sus sillones a ver la noche en que el producto femenino a exportar será coronado. El Miss Venezuela amanso a los venezolanos después del Caracazo de los años 80 y en la crisis actual seguimos hipnotizados por la belleza de la reina del país. Más como recordar es darnos fuerzas, para algunos sigue presente el año 1972 donde la liga socialista de mujeres protesto contra el Miss. Venezuela. Desde entonces, en el 2013 las mujeres venezolanas volvieron a las calles para gritar“ Abajo la tiranía de Osmel y que triunfe nuestra belleza natural.” El camino continua y la protesta debe continuar. Debe continuar porque la violencia de género oculta a la mujer venezolana de la vida política del país. En el país siguen creciendo la estadísticas del asesinato de mujeres por violencia domestica, el país sigue aumentado sus estadísticas de embarazo juvenil.

Volviendo a mi historia, hoy hacen 23 años de esa tarde en la Isla en donde vi ese Miss. Venezuela. Hoy soy investigadora y estudiante de doctorado de una universidad Europea. Hoy luzco mis cabellos rebeldes, mis curvas violentas y mi bemba colorada. Hace 15 años que no vivo en la tierra de la mujeres más lindas del mundo. Sin embargo el fantasma me persigue cada vez que alguien me recuerda de donde vengo. Mas de un Europeo me ha dicho: “Ah Venezuela, el país de las mujeres lindas y del petróleo.” Me provoca responderles que no es eso lo que nos define. A mi me define el pasado colonial, a mi define la resistencia del saber y el conocimiento. Aunque han querido borrar a mujeres como yo de la historia, seguimos presentes y estas líneas son una prueba de ello.

Credito a Miguel Acurero (2013)

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