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“¿Acaso no soy yo una mujer?”

De las mujeres de color muertas a manos de un policía…

¿Acaso no soy yo una mujer? preguntó Sojourner Truth el 29 de Mayo de 1851 en la Convención de Mujeres, en Akron Ohio. Sojourner[i] relata en el poema que recitó en aquella ocasión, su experiencia como mujer Afroamericana, condicionada por su género pero también por la racialización de su cuerpo. En los años ochentas las palabras de Truth aún resonaban en los discursos de las feministas de color en Estados Unidos. Hoy en día las mismas palabras resuenan en la voz de la activista e intelectual Kimberley Crenshaw. Crenshaw explica en una reciente intervención como la brutalidad de los intervenciones policiales en Estados Unidos afectan particularmente a las mujeres afroamericanas. Sin embargo, sus historias parecen estar en el anonimato. Las cifras al menos en Estados Unidos son espeluznantes, las mujeres negras en dicho país forman el 13% de la población femenina y conformar un tercio de los sujetos matados por la policía. Mientras tanto las mujeres blancas forman un 64% de la población y forman un 44% de los sujetos matados por la policía[iii]. Aún así sus nombres siguen en el olvido, un olvido que parece estar ligado a sus posiciones de género y raza en las sociedades occidentales.

La situación de las mujeres afroamericanas no me es ajena. Recuerdo que a los 13 años tuve mi primer encuentro con un policía. Vivía en aquel entonces en el sur de la Florida. Habíamos ido a pasear con un grupo de amigos. Éramos unos 6 y todos teníamos el nopal en la frente como quien comparte el patrimonio genético que en Estados Unidos es asociado con los latinoamericanos. Siempre me han llamado la atención las piedras así que entre en una tienda de piedras. Me llamo la atención una piedra morada, la toque como cualquier curioso. Pasados dos minutos la vendedora me llamo a la caja registradora. Encontré el incidente algo extraño y la ignore pero a la tercera vez me halo de un brazo y me llevo fuera de la tienda. Mis amigos se asustaron y corrieron a verme. En menos de 10 minutos había llegado el policía, era un hombre blanco quien me miro de arriba abajo. No supe como defenderme, porque no entendía el mundo como lo entiendo ahora. Sus palabras se quedaron por siempre grabadas en memoria: “!Tienes suerte que soy yo! ¿Por qué quieres robar?” A lo que yo respondí: “Señor, no quiero robar… ¡Nunca he querido robar! Hemos venido a pasear entre amigos.” El policía se volteó, gritó y juró que no podría volver acercarme a ese centro comercial debido a mi comportamiento mal sano. Con el tiempo entendí porque el policía había elogiado mi suerte, cuando supe que para muchos otros latinoamericanos y afroamericanos en Estados Unidos un acto similar en ocasiones conlleva a la muerte o en el mejor de los casos a un encarcelamiento injusto.

Recordando mis experiencias con la autoridad y en la memoria de todas las mujeres de color que han perdido su vida en las manos de la violencia policial he decidido hablar del tema en este espacio. Lo hago porque encuentro esencial que recordemos que aunque somos mujeres nuestras experiencias son distintas. En ese sentido utilizo el día que se supone es “nuestro día” para concientizarnos de esta realidad. Es absolutamente necesario entender que si bien es cierto que todas experimentamos la violencia que se centra en nuestro género, muchas experimentamos también la violencia que acarrea nuestro aspecto físico racializado. Aunque parece una realidad reciente no lo es. Tal cual lo relata Angela Davis (2005) desde lo tiempos de las colonias en América a la mujer afroamericana e indígena se le concedió un puesto en la sociedad que se asociaba con su supuesta raza, con su género y con la posición social que ocupaba como sirvienta de aquellos en el poder. En la actualidad muchas de nosotras nos hemos educado y ocupamos los espacios que históricamente se nos han negado. Aún así todo parece indicar que existe un esfuerzo que no es simbólico sino físico y que pone en penuria nuestras vidas.

Me es doloroso pensar en esta realidad, es desesperante pensar que la llegada del nuevo presidente de los Estados Unidos parece ser un indicador que este tipo de violencia en contra de las mujeres de color se incrementará sin precedentes... ¿Qué hacer entonces? Mis respuestas hasta ahora son simples y aunque no son una receta mágica me hacen la existencia menos dolorosa. En primer lugar es necesario educarnos, pensar en nuestra posición en el mundo y leer a las feministas de color que nos darán esperanza y las claves intelectuales para organizar nuestras ideas. Les recomiendo empezar por el texto de la activista e intelectual Angela Davis “Mujer, Raza y Clase”. Davis en los años setenta y ochenta fue pionera en realizar un análisis histórico de la condición de la mujer afroamericana en la sociedad estadounidense[iv]. Segundo, me parece que tenemos que existir dentro de los espacios en los cuales históricamente no hemos sido mayoría, hablo de las universidades, los centros laborales y el mundo en general. Tenemos que darnos cuenta que el espacio que ocupamos es político, es personal y es de gran importancia. En este último caso por más difícil que parezca es importante hacer desaparecer nuestros miedos. En tercer lugar tenemos que hacer que las historias de las mujeres de color que han sido violentadas por la policía a nivel mundial sean conocidas[v]. Basta con decir sus nombres, con compartir sus historias en las redes sociales. Hay que hablar de ellas con nuestros amigos y seres queridos. ¡Hay que hacer lo necesario para que no mueran en el olvido! En quinto lugar tenemos que conversar al respecto, hablar de nuestras experiencias y ponerlas en perspectiva. Siempre espero que estos artículos promuevan la discusión, ya que es únicamente así que lograremos ponernos de pie ante los múltiples sistemas de dominación que a diario buscan borrarnos de la historia.

Páginas referenciadas en el artículo:

[i] Brezina, Corona (2004). Sojourner Truth's "Ain't I a woman?" speech: a primary source investigation. The Rosen Publishing Group. p. 32. ISBN 978-1-4042-0154-5.

[iii] US Census Bureau and The Washington Post citado por “Say Her Name” http://www.aapf.org/sayhername/

[iv] Angela Davis (2005). Mujer, Raza y Clase. Editorial Akal. https://www.casadellibro.com/libro-mujeres-raza-y-clase/9788446020936/993799

[v] Documento que contiene sus historias y relatos del movimiento: “Say her Name” https://static1.squarespace.com/static/53f20d90e4b0b80451158d8c/t/555e2412e4b0bd5f4da5d3a4/1432232978932/SAYHERNAME+Social+Media+Guide.compressed.pdf

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