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La Superwoman


El reloj marca las 05:55 de la mañana, te despiertas, aún cansada, quisieras tener cinco minutos más – con sabor a horas -, no puedes. Preparas el desayuno, uno bueno, nutricional, no esos de cereales con leche ; tus hijos deben ir a la escuela, bien lavados, bien comidos. Son 06 :15 de la mañana, esta vez te da flojera tirarte al piso y hacer tu pilates de todos los días, te acostaste tarde, terminando esa propuesta para los nuevos clientes de tu empresa y encima no te dormiste hasta las 3am, preguntándote cómo organizarás la fiesta de cumpleaños sorpresa de tu hijo, tienes aún un mes, pero el tiempo pasa tan rápido, eso lo sabes bien.

Son las 06 :50 de la mañana, luchas para despertar a tus hijos, verificas la lonchera, que se laven bien los dientes, que terminen el desayuno, todo mientras te alistas y corres entre la cocina, el cuarto de los pequeños y la sala de baño con el rimel en una mano, tu ropa bien seleccionada esperándo en tu cama y tus cerebro ya planificando las cinco citas que tienes ese día, el presupuesto a aprobar, las facturas a pagar y el disfraz que tienes que buscar para la fiesta que invitaron a tu hija, lo harás por Amazon, irá más rápido, te ahorrarás tres horas que si tendrías que ir a buscarlo tu misma.

Son las 07 :30 de la mañana, ya casi terminaron de desayunar, salvo tú, te tomaste un simple café con leche, comerás más llegando a la oficina – piensas -, tienes suerte de poder permitírtelo – vuelves a pensarlo -.

Son las 08 :00 de la mañana, salen corriendo a la escuela, si pierden dos minutos, pierden el metro, calculas « cinco minutos más, llegarían tarde. Y otra vez, una nota de la profesora indicándome que los niños llegaron tarde. Debe jurar que soy mala madre », piensas.

Son las 08 :20 de la mañana, hay 300 metros entre la estación de metro y la escuela de los niños, caminas lo más rapido posible, intentando no despeinarte y no doblarte los tobillos con los tacos. Tus hijos están perfectos, limpios, con las tareas terminadas y bien hechas… perfectos, los chiquillos.

Son las 08 :25, los dejas con un beso en la frente y vas directo a la oficina. 08 :35, enciendes tu computadora, el Outlook te informa que tienes 135 emails del fin de semana y mientras suspiras, vas a prepararte un té y comerte un yogurt. Tu jornada laboral empieza, estás lista para comerte (¿y salvar?) el mundo. En el transcurso de un día, tus quehaceres son cronometrados al minuto justo y andas con la impresión de llegar tarde a todos los lados y con la sensación de estar ‘perdiéndote de algo’. ¿Te suena ? Las Superwoman, nos llaman. Y lejos de ser un halago es un peso sobre nuestras espaldas y síntoma de la desigualdad a la que nos enfrentamos las mujeres cada día.

El género permanece fuertemente asociado con los modelos de trabajo no remunerados, tanto para las mujeres como para con los hombres. La cantidad de tiempo invertido en labores no remuneradas, la distribución del tiempo dedicado a ellas y los patrones de cuidado y responsabilidad dentro del hogar, están determinados en gran medida por el género. Las mujeres continuamos invirtiendo más tiempo que los hombres en el trabajo doméstico, estén o no empleados. Nosotras continuamos asumiendo mayor responsabilidad en el cuidado de los hijos - y ancianos, cuando la situación se aplica -. Además, nuestras actividades voluntarias tienen más probabilidades de estar relacionadas con el cuidado de la familia que la de los hombres. Es evidente que la naturaleza de la participación de mujeres y hombres en las actividades mencionadas son diferentes y que los cambios en la participación de las mujeres en el mercado de trabajo no son suficientes para eliminar las diferencias de género en las actividades no remuneradas

Durante siglos la mujeres hemos estado dentro del molde pre-fabricado de madre y ama de casa, al pasar al otro lado de la vereda, dedicarse a una actividad profesional fuera de los muros del hogar, no sabemos hacerlo - el chip lo tenemos implantado en el cerebro - sin convertirnos en estas especies de Abeja Reina, que todo lo tiene bajo control: familia y trabajo. Nos sentimos atascadas en medio de exigencias muchas veces incompatibles, la sociedad nos obliga a vestir un sentimiento de culpabilidad masivo.

Las mujeres continuamos reinvidicando la igualdad en el dominio salarial o de representaciones políticas. Sin embargo, en la esfera privada, la vida familiar continúa siendo desigual, por lo menos en su funcionamiento y de modo inconciente. Es muy difícil de zafarse de modelos persistentes. A las mujeres se nos dió el rol de cuidadoras y no de proveedoras, que cuando tenemos la posibilidad de ser lo segundo, no sabemos hacerlo sin renunciar a lo que la sociedad nos hizo creer es nuestro rol intrínseco.

El punto es: no somos Superwoman. Amiga mía, la próxima vez que alguien te lo diga, tómalo como señal de alarma, es un bip bip que debe despertarte mucho más rápido que tu alarma de 05:50 am. Entiendo que es facil decirlo antes que hacerlo, sobre todo cuando existe todo un sistema societal y una vocecita dentro de tu cabeza que te repite: "no lo estás haciendo bien". Detente, respira. Como ser humano, puedes hacerlo igual de bien o igual de mal que un hombre. Como ser humano debes enfocarte en lo que es importante y lo que es menos importante, debes decir "esto lo voy a hacer yo, esto no, búsquense otra persona", no tienes ni siquiera que delegarlo porque al hacerlo estás aceptando que la responsabilidad es tuya: zá-fa-te de esa responsabilidad, no es tuya, es de alguien, viviendo bajo el mismo techo, formen una cooperativa e indiquen, quién hace qué, en función a sus horarios - no diré habilidades, porque todo se aprende -. No felicites a tus hijos por ayudarte, felicítalos por aprender a ser responsables con lbaores que les pertenecen. No agradezcas ni pongas en un altar a tu esposo porque te "ayudó" cocinando un día, recuerda que una persona sin capacidad de nutrirse a sí mismo, desaparece - y una vez más, no está 'ayudándote' -. Si la casa está 'patas arriba' es porque 1. no es un trabajo fácil y rápido 2. todas las personas que viven en ella no están cumpliendo con sus responsabilidades.

Y cuando sean las 7:30 de la noche, no regreses a casa corriendo pensando qué es lo más rápido que puedas cocinar para tener a todos cotentos. Hazte un favor, pon tu maletín debajo de la mesa, tírate al sofá con al lado de tus hijos despeinados y con los uniformes sucios, y respira. Hazte ese favor hoy, 8 de marzo, un día que no necesitas ni flores ni spas, sino sacarte el chip y la capa de Superwoman que la sociedad te ha impuesto.

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