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El juego de la memoria

O las polleras multirealidades

“...tantas mentiras, tantas traiciones me han perdido que no quisiera amar a nadie en este mundo...

estoy muy triste en la vida,

malaya mi destino ayrampito”. (Flor Pucarina)

¿Cómo un corazón puede latir inundando un cuerpo de movimiento?

Una mujer lucha por salir de la matriz, cálida, húmeda, para buscar ese “mejor lugar”, ese a donde todos van para supuestamente vivir mejor. Con movimientos enérgicos y armoniosos, luces cálidas y una sombra femenina, así empieza el unipersonal “La Rebelión de las Polleras”, de la actriz Rosa Micaela Távara Arroyo, recientemente presentada en el auditorio del ICPNA del Centro de Lima.

“Estoy un poco nerviosa, usualmente voy al baño una vez antes de cada función, esta vez he ido tres”, confesó la actriz, arrancando con ello risas cómplices de los asistentes que la habían esperado pacientemente en largas colas fuera del auditorio.

La obra narra la historia de dos mujeres provincianas: la cantante “Flor Pucarina” y la abuela de la actriz (sí, seguro eso ya lo han escuchado o leído en otros artículos).

Pero más allá de la parte anecdótica de la obra, esta tiene ejes transversales que llaman a la reflexión: “Lima devora a la mujer artista (yo diría que a la mujer en general) tildándola de puta, de fácil, es una Lima carnívora”, señala Rosa Micaela. “Nos tildan de histéricas” y ¡Pump! con estas frases nos estrella contra un espejo, uno enorme que nos hace ver (aunque muchos no quieran) esa realidad que vivimos las mujeres en esta sociedad patriarcal, donde se cuestiona lo que pensamos o sentimos pues bajo la mirada del hombre- son “exageraciones”, “histeria”.

Esto me lleva a reflexionar sobre los derechos de la mujer como ciudadana, derechos que se ven vejados cada vez que sale a la calle en pantalón corto, en falda o -para qué cegarnos- hasta en buzo y recibe “piropos”, supuestos halagos que le lanzan muchos hombres, pensando soberbiamente que una mujer se viste para provocarlo, que una mujer gira en torno a él. En ocasiones escuché a algunos hombres hablar del tema y lo que señala esta obra no es ningún invento, para muchos hombres el hecho que una mujer se indigne al ser cosificada es una “exagerada reacción” ¿será que para ellos una mujer es más un objeto que un sujeto? recordemos frases como "chica trofeo", "premio consuelo". Otra vez, catalogar a las personas mujeres bajo una mirada machista.

También me lleva a pensar en cómo muchas mujeres consideran el hecho de ser mujer una especie de minusvalía, por la cual piden asiento en el bus. Algunos dirán que es por “educación”, pero me pregunto ¿educación basada en qué? quizá en una supuesta debilidad.

“el amor romántico y puro con el que algunas sueñan y con el cual otras ya no soñamos”.

“seré buena, seré tierna, pero jamás idiota”...(no recuerdo las palabras exactas pero esa era la idea)

Nuevamente la actriz nos lleva a cuestionar estereotipos muy propios de nuestra sociedad: Mujer -en general- es boba y si es buena y tierna peor aún -y por tanto sujeto de burlas y engaños- más aún si es provinciana “chola de mierda que no sirves para nada”. Ciudad cruel, paternalismo cruel.

Además -dice la sociedad- la mujer está hecha para el amor, para ser madre, para soñar con el amor romántico, lo cual tampoco es cierto, lo sabemos. La mujer no nace así, a la mujer la configuran así a partir de construcciones sociales paternalistas.

Y así, entre relatos, Rosa Micaela llega a uno en el que recrea un episodio de su niñez, cuando ella intentaba aprender a manejar bicicleta y una vecina le dijo a su abuela: “si sigue así se va a convertir en marimacho” y su abuela le respondió: “pero será una marimacho que sabe manejar bicicleta”.

Artículo original publicado en LaMula.pe

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