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Mi mejor amiga


Mi mejor amiga no debería serlo. ...Nos conocimos hace bastante tiempo, época universitaria. Nos unía eso, la universidad, el grupo común de amistades, la misma carrera, la misma proyección de futuro y los mismos gustos musicales.

Mi mejor amiga no debería serlo.... Se convirtió en eso, mi mejor amiga, el día que me fuí del país. Con las maletas listas para recorrer el mundo, se suponía que nuestra amistad se terminaría allí. Con oceános de por medio, matrimonios y noches en vela por hijos que no duermen. Se suponía que mi mejor amiga debió separarse de mi como lo hicieron la mayor parte del grupo de amistades, es decir, es lo que hace la vida, eres más cercanx con aquellxs que están físicamente cerca, ¿no ?.

Mi mejor amiga no estaba destinada a serlo..... Si bien ambas fuimos educadas en el seno de familias latinoamericanas católicas, siempre tuve la sensación que yo llevaba cadenas en los pies. Ella se sentía mucho más cómoda con esas cadenas que no consideraba como tal, y yo, aunque no era del todo conciente ; ya había empezado mi camino para liberarme de ellas.

Mi mejor amiga no tenía el perfil para serlo, o mejor dicho, yo no tenia el perfil para ser la suya. La distancia física desaparació con las redes sociales – aleluya Whatsapp – y en diez años, fui testigo de sus cambios.

Mi mejor amiga me agradece por los artículos que comparto, y aunque no se lo he dicho, yo le agradezco porque me enseñó algo que no está escrito en ningún libro y que no se aprende en teorías. Me enseñó sororidad - enmarcada de paciencia con los otros - Por que cuántas veces en este camino en pro de la paridad de género, se nos olvida a nosotras mismas la sororidad. No nos tomamos en cuenta, nos olvidamos escucharnos entre nosotras, aprender de nuestras experiencias, comprender nuestras diferencias y trabajar juntas, a pesar de aquellas. Cuántas veces nos ponemos a hablar fuerte y claro de feminismo, en lugar de usar el plural : feminismos. Somos tantas, viviendo en diversas velocidades, educadas en sociedades patriarcales en diferentes matices. Somos tantas, somos plurales, buscando lo mismo pero tantas veces sin escucharnos.

Mi mejor amiga es mi mentora en sororidad; no con ella, es casi innecesario - en más de una década de amistad nuestro motto es guárdemos los mismos secretos, llora que llora que lloro contigo, y nos vengaremos de los mismos - ella sigue orando por mi, sin considerarme un caso pérdido. Y yo, sigo feminizando con ella, quien no es un caso pérdido. Yo, desde el lado laico del charco, ella, probablemente dentro de su iglesia o en entre insomnios en medio libros de derecho. Sororidad, es clave en el triunfo del movimiento feminista. Es lo que nos permitirá enriquecernos de experiencias para convertirnos en compañerxs de lucha, a pesar, de nuestras diferencias.

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