top of page

Vestir para Matar, Pelear para Ganar

Mi pasión por la moda no ha existido toda mi vida. Cuando era niña no me la pasaba viendo revistas de moda y queriendo ser yo la que estaba en esa portada, ni usar la ropa que veía. Nunca quise ser modelo. Nunca quise diseñar tampoco. Cuando mamá y yo viajábamos a Lima desde nuestra calurosa ciudad de Piura, aprovechábamos en ir a las tiendas que en esa época todavía no existían en el norte. Mi mamá se podía pasar horas en Saga, Ripley, Mango y Tommy, pero yo después de un rato ya solo caminaba atrás de ella arrastrando los pies y de mal humor. Cuando me llevaba a Bugui para comprarme ropa, solo tomaba 15 minutos para estar harta de probarme polos y pantalones, uno tras otro.

Mi verdadera emoción al venir a Lima eran las tiendas de juguetes, por supuesto, pero más aún, las librerías. Ese era el lugar en el que yo sí podía pasear por horas, pasando los dedos en los lomos de colores, abriendo cada libro y disfrutando ese olor similar a la vainilla, leyendo cada reseña en la parte de atrás para poder decidir cuales me llevaría a casa. Esos eran los mismos libros que leía en cada asiento que encontraba en Saga y en Ripley, mientras mi mamá divagaba entre racks de telas de colores, con un ojo en ellas y otro en mí. Irónicamente, fueron palabras de un texto, muchos años después, las que me abrieron los ojos.

Debo admitir que por mucho tiempo cometí el error de considerar la moda, la ropa, el maquillaje, como algo superficial. Me enorgullecía decir que no me maquillaba o que me maquillaba poco. Miraba mal a la gente apasionada por lo fashion. Hay que admitir que la industria de la moda también ha tenido culpa en esto. Durante mucho tiempo se nos ha vendido la imagen de que necesitamos con urgencia, especialmente las mujeres, de la ropa y el maquillaje para vernos bien. Nos han vendido la idea de un cuerpo delgado, muy delgado, como el ideal de belleza. Nos han hecho repudiar el cuerpo viejo y anhelar la juventud, por no decir niñez. Y me tomó mucho tiempo darme cuenta de que aunque es así, la moda también abarca tanto, muchísimo más.

Y fue el texto de Dean Spade, “Dress to Kill, Fight to Win” (“Vestir para Matar, Pelear para Ganar”) el que me hizo notar esto. El que me hizo darme cuenta del potencial gigantesco que tiene la moda para enfrentarnos al mundo, retarlo y vivirlo. Para cambiarlo incluso. Porque finalmente eso es lo que hace el arte.

Entonces una parte de este fashioning que estamos haciendo, necesita ser acerca de diversificar el conjunto de prácticas estéticas que estamos abiertas a ver, y promover una posibilidad para todxs de vernos muy muy diferentes entre nosotrxs mientras peleamos juntxs por un nuevo mundo. Quiero estar perturbada por lo que vistes, quiero sentirme impactada y deshecha y encantada por lo que estás haciendo y cómo estás viviendo. Y no quiero que nadie tenga miedo de ponerse su look, su cuerpo, su ropa nunca más. La resistencia es lo que es sexy, es lo que se ve bien y es difícil de mirar al mismo tiempo y que a veces requiere una explicación. ¿Por qué querríamos hacer cosas que no requieren explicación, que son obvias, insensibles a las críticas porque nunca nadie las nota?(Dean Spade)

bottom of page