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Al Otro Extremo


A lo largo del tiempo muchos autores han intentado describir qué es exactamente el amor sin ponerse de acuerdo en una definición exacta. En lo que si hay consenso es que todos lo necesitamos en nuestras vidas, todos queremos recibir amor, amor de la pareja, amor de los amigos, amor de la familia, amor de la mascota; ...

Pero ¿qué ocurre cuando recibimos tanto amor que nos empalaga, nos atosiga, nos hostiga y nos reprime? En los últimos días he reflexionado mucho al respecto, pues he sido testigo de innumerables situaciones que grafican el exceso de amor que algunas personas proyectan en sus entornos.

(I)

La semana pasada, encontré en el salón de belleza, a una guapa mujer acompañada de su esposo, quien, le daba de comer en la boca pues sus uñas acaban de ser pintadas y no podía utilizar las manos. La escena me pareció tierna al comienzo, sin embargo los minutos avanzaban y ya no era solo la galleta en la boca, ahora era la gaseosa en cañita en la boca, le soplaba las manos para que sus uñas secaran rápido, le hacía un sinfín de mimos en el rostro, la besaba en la frente y le preguntaba cada 4 o 5 minutos si todo estaba bien o necesitaba algo más. Ella respondía Espérate, estoy pensando, él le decía, Ok mi vida, ya sabes que solo tienes que decirme. Finalmente hizo una llamada a su chofer para que lo espere con la puerta del auto abierta, pago el servicio y sacó a su mujer en brazos del local. La manicurista hizo un gesto de desagrado y sin que le pidiera explicación me dijo. Lo que pasa es que él tiene miedo que ella lo deje, porque él es viejo para ella.

(II)

Ricardo, un amigo de provincia se vino a Lima a trabajar, como le avisaron de un día para otro no tuvo tiempo de organizar nada, así que llamó a unos familiares en la capital para quedarse ahí unos días. Ayer recibí su llamada desesperada para que lo ayude a encontrar un departamento para alquilar. Lleva en casa de sus familiares una semana y ya no aguanta más. Se ha enfermado del estómago porque le dan de comer en exceso, pese a que le ha dicho a su tía que no se preocupe por los alimentos, ella no lo deja salir de casa sin que tome desayuno, y por la noche lo espera con una enorme cena. Un día olvidó su celular en la oficina y como le han dado llave de la casa, él llegó y entro sin ser visto, el cansancio lo venció y se quedó dormido. De pronto escuchó bulla y salió de su habitación, resulta que como no lo vieron llegar y no respondía el celular temían que algo malo le había pasado en la calle. Todo no pasó de un susto, pero a la tía de Ricardo se le subió la presión arterial. No sé cómo le voy a decir a mi tía que ya no viviré en su casa, tengo miedo que se moleste y peor aún que se enferme.

(III)

María Eugenia, es una madre soltera, tiene un hija de 10 años a la que cuida en exceso y le compra todo lo que la niña le pide, desde una golosina hasta un viaje a Disneylandia. Le da vitaminas especiales antes del invierno para evitar que le den resfriados, la abriga antes de salir a la calle como si viviéramos en el Polo Norte. Le paga un profesor particular para que la ayude a hacer las tareas escolares, le ha puesto una psicóloga con la que tiene sesión 3 veces por semana, le ha triplicado el sueldo a la niñera para que no se vaya pues ya lo hizo una vez y su hija no paraba de llorar, abrió una cuenta bancaria que paga puntualmente para asegurar su futura educación, y a pesar que su hija tiene el cuarto de princesa que todas sus amiguitas envidian, duerme con ella en su cama cada noche. Me ha confesado que buscará al padre de su hija para pedirle que la visite, para que así la niña no sufra por la falta de figura paterna y si tiene que pagarle para que éste lo haga, le pagará. No quiero que crezca traumada porque no tiene a su papá junto a ella, por eso quiero que sepa que mami siempre estará ahí para ella.

Lo que le sucede al esposo de la guapa mujer, a Ricardo y a María Eugenia ya no es amor, es temor. Han dejado de vivir en el amor, se han mudado al temor y lo peor es que no se dan cuenta o no quieren hacerlo, pues hacerlo sin duda implica ir en retrospectiva. El que da amor en exceso puede estar necesitando tanto amor que su forma de expresarlo es darlo en desmedida, tal vez porque pocas veces lo ha recibido, o porqué de alguna manera perdió lo que amaba y teme que eso se vuelva a repetirse. Por otro lado el receptor de tanto amor se siente culpable de no poder corresponder de la misma manera, incluso ha descubierto que puede manipular ese exceso se amor para su beneficio. Así ambos tienen una frustración que casi siempre es secreta y que seguirá dañándolos mientras no se supere.

El asunto no es eliminar el temor, pues como casi todo en la vida algo no puede existir sin su antagónico. El temor hasta cierto punto es motivante del amor. El amor y el temor pueden estar unidos en perfecto equilibrio, sin que uno supere al otro, pues cuando esto ocurre es cuando perdemos el rumbo y nos perdemos también.

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