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Madre soltera en un país latino (que tira más a conservador)


Foto: Héctor Quiroga

Antes de cumplir 30 años, ya independiente económicamente y SOLTERA, recibí el resultado POSITIVO de mi test de EMBARAZO. Era un embarazo deseado, buscado, añorado y planeado. Pero no había planeado las “pequeñas barreras” con las que me encontré después.

En primer lugar cuando empecé el control del embarazo, me marcaron el carnet de gestante como “DE RIESGO”. ¿Riesgo? He terminado la universidad, tengo trabajo, seguro de salud, y soy profesional de salud, ¿Cuál es el riesgo? Era mi pregunta, con total asombro. Resulta que si no tienes pareja, novio, enamorado, cónyuge, conviviente ni esposo, calificas como GESTANTE DE RIESGO porque consideran que “en caso de emergencia, no tienes a quien llamar”. No, no interesa que puedas dar el número de contacto de 10 personas más a quienes llamar en caso de emergencia (y que por ejemplo, en mi caso, de que la mitad de esas 10 personas sean enfermeros y la otra mitad sean médicos) ser soltera es un riesgo.

Tuve el mismo impase cuando me inscribí en la gimnasia prenatal. No te preguntan por “un contacto al cual llamar en caso de emergencia”, sino que te preguntan por: esposo, conviviente, novio, enamorado?; y finalmente (y con mirada desesperada): “Señora, si no nos da un numero al que llamar en caso de emergencia, no la podemos inscribir en la gimnasia prenatal”. Siempre me pregunté si no era más fácil empezar preguntando por “un contacto en caso de emergencia”, porque aunque des el número de tu esposo o novio, y si tienes la mala suerte de tener una emergencia y el esposo/novio no contesta el celular, pues ¿Qué hacen?. Creo que el novio/esposo no puede ser la respuesta para todo.

Me informé acerca de la ley de mi país en cuestión de registro civil. De acuerdo a la ley 28720, proclamada en 1984 yo podía inscribir a mi hijo con mis apellidos sin mayor explicación ni tramite. Por si acaso la imprimí y la incluí en la maleta que llevaría para el día del parto; nunca faltaban burócratas que no estaban enterados de toda la ley (por más antigua que fuera).

El día D fui a la clínica, para la atención del parto, en la oficina de admisión registraron la historia de mi aun nonato hijo como “NN MATISS”. Yo reclamé. El debía llevar mis dos apellidos, el no era un NN (del latin Nomen Nesio, “NOMBRE DESCONOCIDO”), le reclamé a la señorita de la oficina de admisión quien aparentemente nunca había tenido un caso similar y tuvo que reimprimir la ficha de mi nonato hijo. Él no era un “nombre desconocido”!

Nació mi hijo, y pasó 24 horas en la Unidad de Cuidados Intermedios (UCIN) por un problema respiratorio. En el momento que me dejaron ingresar a la Unidad de Cuidados Intensivos, para ver a mi bebe, una enfermera le dijo a la otra: “Ella es la mamá del bebito que no tiene papá”. Solo volteé a mirarlas con un odio cansado. No había dormido por 24 horas, había llorado toda la noche por mi hijo, tenía las mamas hinchadas y álgidas; lo último que deseaba era un discusión con las personas que estaban cuidando la salud de mi hijo. Pero mi hijo tenía un nombre y apellido, y no era “el bebito que no tiene papá”. Mi pequeño salió de alta, y fuimos felices a casa, y nunca más volvimos a esa clínica.

No tuve que pasar más de estas estupideces hasta que cumplió 1 año, cuando se me ocurrió comprar un SEGURO DE VIDA. Estaba yo en mi fase filosófica a mis ya 30 años, con temor de morirme y abandonar a mi bebe, así que decidí comprar un seguro. Contacté a una amiga que trabajaba en estas cosas. Los requisitos decían: hacer el pago (obvio) y presentar copia del documento nacional de identidad (DNI) de la titular (yo) y de mi hijo. A los dos días de haberlo presentado, la compañía me solicitó además copia de la partida de nacimiento, una declaración jurada de que era mi hijo, y dos números de contacto de personas que avalen esta condición. NO ME CREIAN que era mi hijo, no importaba que el DNI decía que lo era, pues ahí estaba mi nombre en la línea “madre”, ellos quería pruebas. Tuve que presentar todos esos papeles para poder comprar un seguro, y lo mismo pasó con el seguro de salud.

Cuando mi hijo cumplió 3 años fui a inscribirlo en el jardín de infantes. Llevé los requisitos: copia de DNI, partida de nacimiento y copia de su carnet de vacunas. Pero cuando la directora vio que en todos los documentos la línea “padre” estaba en blanco, me preguntó si yo tenía problemas con el papá del niño. Claro, porque supongo que todas las mujeres que no inscriben a sus hijos con el apellido del padre es porque tienen problemas con el hombre que las embarazo, ¿cierto? Le dije que no, que era madre soltera, que no había padre ni en el plano legal, ni en su educación, pero que si necesitaban a un especie de papá para las actuaciones del día del padre no habría problema pues MI PADRE, o sea el abuelo de mi hijo, estaría dispuesto a asistir. Ahí terminó la conversación.

El trámite más difícil y con el que aún tengo que lidiar es con el trámite de viaje al exterior del país. De acuerdo a Ley si el menor de edad viaja con AMBOS PADRES (PAPÁ Y MAMÁ) no hay problema, sale del país, viaja, disfruta sus vacaciones y regresa. Pero si el menor viaja sólo con UNO de los padres, debe contar con una autorización LEGAL o NOTARIAL dada por el otro padre dando su conformidad de que puede sacarlo del país (debe constar a que país lo lleva y por cuanto tiempo). Pero, qué pasa cuando el niño ha sido reconocido legalmente solo por un PROGENITOR, como es mi caso; sucede que tengo que llevar una copia de la partida de nacimiento (emitida en el último mes, o mes del viaje) ante un notario, el notario da la conformidad que ha visto la partida y que en la partida dice “que el niño es hijo mío” (ridículo?), emite un documento donde yo me doy una autorización para viajar con mi hijo a determinado país y en determinado número de días, y el da su visto de legalidad, es decir yo sola me autorizo salir del país (esto es aún más ridículo!). Y por cada vez que salgo del país con mi hijo debo hacer un documento así. Sin contar con el costo del documento que oscila entre 30 a 50 dólares, es el tiempo que me toma tramitarlo. Y deberé tramitarlo hasta que mi hijo cumpla la mayoría de edad.

¿No sería lógico que siendo yo la única progenitora que lo ha reconocido, me dejen salir del casi con el libremente tal y como sucede cuando sale un niño en compañía de ambos padres? O es que yo como mamá soltera no valgo igual que una pareja? En el 2015 se emitió una nueva ley, en la cual decía que este trámite de viaje, en el caso de madres solteras se tramitaría una única vez. Pero como siempre, la ley se publica pero el burócrata no la aplica. Este año en abril salí del país con mi documento tramitado, y este fue retenido, dije que no me lo podían retener pues ahora según ley el permiso era único y me dijeron que no, que el permiso seguía siendo por cada viaje, que nada había cambiado, que aun la ley no tenía reglamento de aplicación. Y la verdad cuando una está pasando por el aeropuerto, cargando un niño de 20 kilos, lo último que quiere es detenerse a discutir con un burócrata a las 2am.

Las madres solteras necesitamos leyes para nosotras, que nos permitan ejercer nuestra libre MATERNIDAD, lejos de prejucios e ideas neandertales de “que si eres madre soltera es porque te abandonaron”.

Si apartamos por un momento el doble trabajo, doble responsabilidad y doble encargo económico que requiere una madre soltera para mantener a su hijo; hago la pregunta: ¿es necesario que el estado y otras instituciones nos compliquen más la vida con sus trámites rígidos, anticuados y que solo consiguen aburrirnos y excluirnos de nuestros derechos como madres? Al menos, si la decisión que tomamos es libre (sin dejar de lado que es difícil), querido Gobierno: NO NOS LA COMPLIQUES MÁS.

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