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Ya No Te Amo


‘Ya no te amo’.

‘Aaah. ¿Qué hay de comer?’

La pobre había tomado valor como por tres años, es cobarde genética. Creció oyendo a su mamá: ‘Oooh qué difícil es la vida para una mujer sola con hijos, oooh, cuánto se necesita a un hombre en la casa, oh, cuánto me sacrifico en esta vida estando sooola.’ Así han criado a gran parte de las mujeres latinas aunque no a todas, felizmente: ‘Sooola’ es triste, negativo, vergonzoso y se pronuncia en voz bien baja.

Por eso algunas señoras dan gracias a Dios por tener a un hombre al costado, creen que da caché, para comenzar. Aunque no lo amen, aunque no las ame, aunque sepan hasta con evidencias que ama a otra, no importa. Tienen marido y eso es vital… algo así como el juego de las sillas, el objetivo de su vida es no quedarse sin uno. La mujer de esta historia se casó mocosa, quizás apurada inconscientemente por la consigna materna de no terminar sooola, o sea sin silla, pero dijo Sí, acepto, enamorada y felicísima de la vida. Mocosa y enamorada sí, pero sin pajaritos en la cabeza, sabiendo que ningún matrimonio es fácil, se comprometió y así pasaron los años, los hijos, la vida. Una vida normal: feliz, triste, interesante, aburrida, normal nomás.

Ella necesitó tantísimo coraje para admitir que quería divorciarse sin ‘razones lógicas’ porque ser mujer latina no es fácil. Ni ella misma entendía lo que le pasaba, se le reveló de a poquitos…de pronto unas angustias espantosas, el pecho como en fuego, una sensación de ahogo y desesperación, insomnio, repulsión total por el sujeto. El marido nunca le fue infiel (que se sepa), ni le pegó, ni hizo algo espantoso. Ella simplemente dejó de amarlo, su respiración se fue volviendo un sonido insoportable. ¿Ay Dios mío, es que soy mala? ¿Por qué ya no lo amo? Ayúdame Dios, ayúdame. Hizo esfuerzos conscientes para amarlo de nuevo, pesó sus virtudes y defectos, confirmó: no es un hombre malo. ¿Por qué ya no lo amo? Dios mío, ayúdame, ayúdame por favor Dios.

Por mucho, muuucho tiempo intentó de todo además de encomendarse a toda la Corte Celestial. Fue a misa…durante el sermón del cura se vio azotada por Don Sata por mala mujer y salió disparada. Entonces fue al médico, luego al sicólogo y después al brujo que lee el tarot, a la psico-maga-new-age que dijo que sus chakras estaban todos atorados y a punto de explotar, hasta se hizo escupir por un Chamán y llegó a su casa oliendo a flores abombadas y licor de quinta. Nada. En su búsqueda de fortaleza para enfrentar esa encrucijada en su vida, se dio cuenta de que más bajo no podía llegar, literalmente, cuando se encontró en un hueco adentro de la tierra, en un ritual de ‘Renacimiento y Reconciliación con el Universo’ en el que las almas se amistan con la Pacha Mama y que consiste en un revoltijo de cuerpos sudados en un hueco en el suelo, panza abajo para ‘conectar’ con la madre tierra, cubiertos por una lona de campamento, en el que se entonan cánticos y hierven hierbas sanadoras, una mezcolanza de pieles, calor, sudores, hedores y aromas…algo así como una pachamanca* humana. A ese ritual la acompañaron sus amigas adoradas y casi se mueren achicharradas, ahogadas y deshidratadas. Cuando salieron del agujero habían perdido la poquísima dignidad con la que llegaron a esa reunión de locos. En ese momento ella decidió que tenía que hacer algo porque estaba volviéndose loca en serio.

Su hermana y sus amigas la ayudaron a organizar sus argumentos de forma que la confesión ante su marido resultara lo menos hiriente y lo más honesta posible. Con la delicadeza que sólo tenemos las mujeres cuando queremos, convirtieron el Por favor perdóname pero ya no te amo, siento que estoy muriendo y por más que busco no encuentro argumentos para seguir a tu lado. Quiero estar viva. No quiero tolerarte, ya tolero demasiadas cosas: a mi familia, a nuestros hijos (que Dios me perdone pero a veces son insoportables), a mi trabajo, al tráfico, a la celulitis, a la menopausia que ya agarró a mi promoción y la maldita se me anda anunciando. Por favor divorciémonos en paz. Perdóname por favor. Gracias por todo, te quiero mucho. Eres un hombre bueno, has sido el mejor marido que has podido ser... en un discurso claro, conciso y respetuoso. Entre todas eliminaron eres un cojudazo, porque no era pertinente para el acuerdo de paz que buscaban, también borraron: ¡no te soporto, por el amor de Dios! tu olor hace que se me paren los pelos, tu respiración me altera, ¿no te das cuenta acaso de que una muñeca inflable interactuaría más contigo cuando te pones lujurioso? Me distraigo imaginando que estreno el cuchillo eléctrico en tu cuello para evitarle una posible denuncia en la comisaría por amenaza contra el cuerpo, la vida y la salud. También optaron por borrar el ¡Ya pues, anda dí que sí! por salvaguardar su dignidad. Les quedó un discurso bien tiza*. Concreto y respetuoso, uno que honraba el amor que ella sintió por él alguna vez. Ella lo transcribió, memorizó y practicó ante el espejo. Había compartido la mitad de su vida con ese hombre, quería abrirle su corazón por última vez, terminar esa relación con dignidad. Quería seguir queriéndolo bonito, terminar con el hombre, pero seguir queriendo, respetando y honrando al papá de sus hijos.

Cuando ya tenía preparados sus argumentos sin ofensas ni amenazas a la vida del padre de sus hijos y mientras lo ensayaba, agarró nuevamente papel y lápiz dispuesta a vencer al terror de su infancia: ‘La Vida Sooola’. Primero: La plata. Hizo cuentas, se colgó la calculadora del pescuezo a ver si lograban vivir sin el aporte económico masculino, por si fuera necesario, una nunca sabe. Se veía bieeen difícil… Mmmm…reduciendo gastos al mínimo indispensable sobreviviremos, de hambre no moriremos. Check al primer punto de la lista. Segundo: el terror a la soledad: ¿Y si me quedo sola hasta que me muera? Aterrada se dijo a si misma: mí misma, no serás ni la primera ni la última, vas a lograrlo. Después: hacer frente a la sociedad peruana sin marido…Y el club? Los amigos? Lo más probable es que no la inviten a ningún sitio, una mujer divorciada es un ‘peligro’ dicen las malas lenguas, mmm…. ¡qué me importa!. Siguió pensando y considerando todos los aspectos de la vida en los que un hombre que una no ama es útil: mecánica y electricidad, seguridad personal, transporte de mercadería pesada (cargar bultos, pues)… Si se malogra el carro soné…bueno, tomaré algún servicio de auxilio mecánico. ¿Y si se mete un ladrón a la casa, o me meten la mano en la calle? Habría que comprar una alarma y poner a buen uso el bate de béisbol. Listo! Se sintió una campeona. Acababa de derrotar al monstruo al que su madre le enseñó a temer. Gigante, le dijo: ‘Vida sooola, te vencí!’

Tomó un Alprazolam, revisó mentalmente su discurso por millonésima vez y se plantó frente a su marido tratando con toda su fuerza de voluntad de sobreponerse a su sentimiento de culpa y al dolor que le causaba lastimarlo. Comenzó: ‘Por favor, perdóname, ya no te amo…’ y siguió hasta completar lo que había preparado y ensayado por años. Cuando terminó, casi sin aliento y sintiendo que la vida se le iba suplicando mentalmente una respuesta pacífica, él contestó: ‘ Ah… ya te notaba rara.’ ‘Qué hay de comer?’ Toda la preparación del mundo sirvió de nada ante esa respuesta, o mejor dicho, esa falta de respuesta. Tenía listas miles de réplicas y explicaciones en varios tonos, estaba dispuesta a llorar, velar, sepultar y guardar luto por el amor muerto, hacer planes y organizar el futuro de sus vidas en armonía. Ni los escupitajos del chamán, ni la fuerza de sus chakras, ni el haber sido cocinada al vapor en un horno en la Pacha Mama, ni toda la corte celestial a la que había pedido perdón por dejar de amar a su marido pudieron armarla para enfrentar la pared que encontró. Se despedazó. Cuando reaccionó, sólo contestó que la comida era albóndigas con puré. Y sus genes cobardes terminaron de tomar posesión de su espíritu.

Creo que han pasado un par de años desde el Día ‘D’. El marido, que se escondió detrás de la pared por puro instinto, ya entendió la utilidad de su escondite y lo usa a menudo. Y bueno, así va pasando el tiempo. Ella no ha tomado el servicio de auxilio mecánico ni ha comprado una alarma, no tiene ni idea de dónde estará el bate de béisbol y juega a ser muñeca inflable con cierta frecuencia. Su vida sigue. ¿Vida?

*pachamanca: plato típico peruano que se cocina en un agujero en la tierra.

*bien tiza: peruanismo para ‘muy bien hecho’

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