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Cuando el machismo y el racismo se encuentran: reflexiones de una lideresa indígena, Tarcila Rivera

Llego 15 minutos previos a la reunión que teníamos pactada. El vigilante de la oficina de CHIRAPAQ –ONG peruana que fortalece las identidades indígenas- me pregunta rápidamente a quién estoy buscando y el motivo de la reunión. Respondo claramente, un poco ansioso, pensando que tal vez pudo haber un problema de último minuto y Tarcila Rivera, mi entrevistada, tuvo que salir por alguna cita laboral o personal. Ingreso y subo las escaleras, toco el timbre y la secretaria me pide esperar unos minutos. Tarcila me recibe en una sala pequeña por donde ingresan todas las personas, me pregunta mi nombre y que le precise el tema de la entrevista. Muy dispuesta e interesada me indica que será mejor que le haga preguntas directas para lo que deseo conocer o comprender porque si no ella “se puede ir por las ramas”. A los minutos pasan un par de personas y ella decide proponerme pasar a su oficina para conversar sin interrupciones.

Tarcila, de ideas fuertes y claras, con más de 30 años defendiendo los derechos de las mujeres indígenas, ha tenido una agenda cargada en Lima. Desde que asumió el cargo de miembro del Foro Permanente Para las Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas (2016), asiste a distintos espacios en los que discute sobre los derechos de los pueblos indígenas y comparte experiencias con otros líderxs y autoridades políticas. Aprovechando que en los meses de agosto y septiembre se celebraron los días internacionales de los pueblos indígenas (9 de agosto) y de las mujeres indígenas (5 de septiembre), le he propuesto conversar sobre estos temas y su experiencia como dirigente indígena, ella ha aceptado.

Comienzo la conversación preguntándole sobre el camino que tuvo que transitar en la defensa de los derechos de mujeres indígenas. Ella me señala que cuenta con la ventaja de haber migrado de Ayacucho (región andina peruana) a Lima (capital del Perú) de muy joven y vincularse a los sindicatos en la década de 1960. Agrega que en ese momento no había reflexionado sobre su identidad indígena –pese a la discriminación racial sufrida- y que se vinculaba más a la defensa de los derechos laborales. Sin embargo, en este contexto, comienza a seguir de cerca los movimientos feministas que se iban formando en Perú y América Latina.

Tarcila recuerda que en una primera actividad feminista a la que asistió, comenzó a cuestionar la reducción de la imagen de “las mujeres” como objetos sexuales y pasivos en el hogar: “de acuerdo a mi experiencia, mi mamá no era el prototipo de mujer que se quedaba en casa, trabajaba junto a mi padre, era independiente, viajaba, disfrutaba de carnavales, su consejo siempre era no esperar la voluntad del hombre para comprar algo o tomar una cerveza.” Pero también señala que conoció a muchos líderes indígenas machistas, que abusaban del poder en sus cargos como dirigentes y que, cuando ella los cuestionaba, la atacaron duramente: “comencé a ser crítica y me llamaron feminista, izquierdista”. Claro ellos tenían poder, tierras, comencé a cuestionar porque al final siempre las que nos jodíamos éramos nosotras –mujeres indígenas-“.

Siempre militó en ambos movimientos –indígena y feminista-. Afirma que así vivió sus contradicciones y la dificultad de visibilizar las demandas de las mujeres indígenas. Señala que las criticas llegaron con más fuerza cuando decidieron organizarse y asistir a los espacios internacionales para discutir sus derechos: “comenzaron a decir que el género venía de Occidente, que queríamos dividir el movimiento, pero teníamos una visión de ser mujer que debíamos defender”.

Sin duda, el camino no fue fácil. Tarcila es enfática en decirme que fue un aprendizaje para todxs. Me cuenta como anécdota que cuando llegaron a Nairobi[2] eran 12 mujeres indígenas representando a organizaciones mixtas –hombres y mujeres indígenas- y que fueron enviadas para ver otros temas como la migración. En este evento no había traductores de sus lenguas, algo que provocó el reclamo ante lxs organizadorxs y autoridades. En ese momento se solucionó el problema y pudieron hacer escuchar su voz en Naciones Unidas.

La historia a partir de allí ya se ha contado en libros y videos[3], las mujeres indígenas de América Latina se organizaron y llevaron su agenda de demandas a la Conferencia de Beijing en 1995, en la que lograron tener una participación altamente activa y reivindicar derechos que luego serían reclamados a nivel nacional. Tarcila relata que: “nadie nos vino a vender la idea, nosotras mismas nos organizamos, hicimos talleres, coordinamos entre países, ni sabíamos cómo trabajar, pero teníamos mujeres fuertes, con experiencias, cada una vino a aportar su propia ruta, desde el Norte –Canadá- hasta el Sur de América.”

Este reclamo por sus derechos produjo una respuesta: “una oposición al interior de los movimientos. Los hombres indígenas nos decían que el movimiento no era de hombres o de mujeres, sino de pueblos indígenas. Las feministas nos decían que no reivindicábamos el género, que no era nuestra prioridad. Todo eso fue motivo para repensar nuestra identidad como mujeres indígenas.” Así es que ello produjo una propuesta:

“llegamos a la conclusión de la diferencia, primero como mujeres indígenas defendíamos los derechos territoriales, colectivos, y luego comenzamos con los individuales, como mujer. No queremos ser violentadas ni invisibles, pero tampoco vivimos sin tierra y territorio”.

Tarcila relata otra anécdota sobre la Conferencia de Beijing +5 que evidencia las tensiones en su autodefinición como feministas: “se discutió sobre la diversidad de los feminismos en el mundo y tuvimos que debatir sobre qué es el feminismo indígena, ellxs nos definieron así, pero todavía hay resistencia a que nosotras nos definamos como feministas, a mí me definen desde afuera, pero no me presento en ningún lado diciendo soy feminista, mis objetivos son como mujer indígena que lucha por los derechos, por los derechos humanos de todxs. Aprovecho en profundizar sobre estas tensiones y ella me señala la existencia del temor y el prejuicio frente al feminismo: “es que habría que preguntarse cómo el feminismo ha bajado al sector denominado popular. ¿Se ha preocupado por eliminar este prejuicio? No estoy segura si se hizo todo lo posible porque aún hay distancias.”

En esta lucha se ubica su trabajo en los últimos años. Me cuenta de los talleres y espacios participativos en los que se comparten experiencias entre mujeres indígenas y no indígenas. Un trabajo aún en proceso pero altamente necesario para fortalecer el feminismo a nivel mundial: “hay indígenas académicas que se definen como feministas, pero también hay otras no académicas que cuestionan que repiten la estructura y lenguaje del feminismo occidental. Nuestras luchas no son definidas por la Academia, la investigación debe ser un puente para el reconocimiento de derechos. Para ello también es importante crear nuestra propia conceptualización. Tendremos que hacerlo, crearlo o conocerlo. En eso estamos.”

Ya finalizando, Tarcila me cuenta sobre algunas tareas pendientes: “tenemos que romper el prejuicio, reconocer desde nuestras propias culturas, yo veía que nuestra historia rompe con esa visión de mujer pasiva y sin poder, excluida a lo doméstico. Había gobernantes y guerreras, con roles políticos y de poder. Tenemos que seguir la línea de tiempo y explicarnos cuándo y cómo fueron cambiando esos roles, por ejemplo, la iglesia, cómo afecto su ingreso a nuestra cultura, a nuestros roles.” Me animo a preguntarle si el machismo llegó con los procesos de colonización y ella me responde claramente: “Eso es real, pero no tenemos información para contrastar con el pasado, tenemos algunos aportes desde la historia, es necesario que los pueblos apelen a sus identidades diversas.” Aprovecho en preguntarle por su definición de género: “mi concepto de género es reciprocidad y complementariedad. No puede haber complementariedad entre dos desiguales, las cosas valen en su punto de equilibrio”.

Pero Tarcila también es crítica del purismo cultural que apaña la violencia y no reconoce los derechos sexuales, reproductivos o LGTBI: “Tenemos que mirar nuestra realidad y no negarla, eso es lo que hicieron los machistas dentro del movimiento, diciendo que no había violencia contra la mujer indígena. Hay culturas que no asumen la binariedad, el tema sexual es conflictivo pero tenemos que saber que son cuestiones de derechos y respeto por la persona”.

Nos damos cuenta que ya ha pasado más de una hora, para una entrevista que debía durar menos de la mitad, aprovechando su generosidad en brindarme su tiempo. La conversación ha sido aleccionadora para mí, le agradezco con sinceridad por lo aprendido, compartido y por el esfuerzo que vienen realizando para los feminismos, para respetar su premisa básica: que el feminismo nos enseña a respetar la diversidad, pero, sobre todo, el amor por la libertad. Comprendo que para Tarcila Rivera, promover la diversidad del feminismo es una puerta liberadora de muchas luchas de mujeres indígenas.

En un mundo en el que ideologías conservadoras, llenas de odio y egoísmo parecen ganar espacio nuevamente, luchas como las que libran las lideresas indígenas son necesarias y altamente valoradas. El racismo y el machismo comparten espacios y se mezclan en lo cotidiano, corresponde reconocerlo y confrontarlo. Entre lxs feministas este trabajo implica tolerancia y empatía, apertura y sororidad. Gracias a Tarcila Rivera y otras lideresas se han dado grandes avances, es necesario sumarse a esa lucha y seguir adelante.

[1] Tarcila Rivera Zea ha sido fundadora de CHIRAPAQ (Perú), del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA) y del Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI). Desde CHIRAPAQ promovió la formación de la Organización Nacional de Mujeres Indígena Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP).

[2] Tercera Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas -Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer- realizada en 1985, en la ciudad de Nairobi (Kenia).

[3] Mayor información en: http://www.unwomen.org/es/how-we-work/intergovernmental-support/world-conferences-on-women#nairobi y http://chirapaq.org.pe/es/del-silencio-a-la-palabra

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