Conociendo la Casa Trenzar
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Están presentes en la escena feminista peruana, la que no sale en televisión, la que no ocupa las marquesinas de los centros comerciales (ni pretende hacerlo). Lo que ellas quieren es movilizar consciencias, hacer que la gente se cuestione sobre las injusticias en la sociedad y desde hace un año -en que nacieron como colectivo- lo están logrando a través del arte y el trabajo colectivo.
Cruzo la pista, la veo, es esa, caminé poco, la busqué mucho. Llegué a la casa…
¿Cómo empezar una crónica sobre una colectiva feminista en el Perú? Ellas viven juntas, pensaba y me parecía tan peculiar. Me mentía a mi misma, no era eso lo que me inquietaba ¡Total! actualmente muchas mujeres viven solas o acompañadas de otras mujeres. Había algo, ese algo que yo quería descubrir ¿Qué llevó a un grupo de mujeres feministas a fundar una colectiva, vivir juntas y apropiarse de su casa, convirtiendo una estructura fría de cemento en un lugar cálido, en el nido de sus creaciones, en el lugar de encuentro de muchxs comprometidos con la defensa de los derechos humanos, territorio de la camaradería.
Toc Toc, golpeo la puerta. Me abre la sonrisa, me abre la alegría.
¡Sofía, llegaste! me dicen. Me reciben ellas, las que se llaman entre sí amigas, cómplices, hermanas, las mujeres del colectivo Trenzar.
Vengo a conversar un rato con ustedes, a conocer más de ustedes, les dije. Se presentan y me indican que una de sus compañeras no está. Mehida no está, no ha podido estar, me dicen. No importa, les digo, volveré en otro momento para saber de ella, ahora cuéntenme ustedes sobre esta casa y sobre ustedes…
Ser feminista
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Abro una primera ventana ¿Quiénes son, de dónde vienen, qué las mueve en la vida? Les pregunto a estas talentosas y sensibles mujeres, todas ellas provenientes de la cuna de las artes escénicas. Mueven los ojos, se miran entre ellas y sonríen. Una a una explica su razón de ser, todas coinciden en que están juntas en esa casa por el amor hacia el arte y la creación, la vida y la política.
Muevo una bisagra, ¿Desde cuándo se reconocen como feministas? ¿Cómo reconocerse feminista en una sociedad como la peruana donde hay tanto estigma contra quienes lo reconocen? Jazmín responde, desde su experiencia: En algún momento sentimos miedo, por la carga despectiva o ignorante que hay hacia el término feminista (muchos piensan que es lo opuesto a machismo). Eso desde fuera, pero a nivel interno ha sido y sigue siendo un proceso enriquecedor, primero de aceptarme, de ser mujer. Desde pequeña cuestionaba las diferencias y los privilegios y el rol que se me había dado como mujer, no me agradaba, eso lo veía en los juegos, en las actividades que se hacían en casa. Me cuenta que viene de una familia conservadora, religiosa. Me parecía más agradable la diversión de los niños, saltar, correr. Luego me di cuenta que tenía más que ver conmigo, que hay cosas que me gustan y que no me gustan, eso me compone, señala Jazmín, quien añade que el proceso de darse cuenta de estas diferencias que marca la sociedad, entre hombres y mujeres, deconstruir y reconstruir es doloroso pero a la vez hermoso. El feminismo me ha salvado y me sigue salvando la vida, al igual que el arte, tiene que ver mucho con cómo me reconocían las personas de mi entorno y luego cómo yo me reconozco como mujer en la fuerza y el amor que existe en mí, en cómo me reconozco en la creación, en un escenario, en mirarnos, abrazarnos. El feminismo no es solo un espacio político actual sino un espacio que nos han dejado las feministas de antes, con luchas ganadas y otras por ganarse.
Abro más la ventana, el viento trae nuevas anécdotas, revive la memoria y es Mica quien ahora contesta: En mi familia siempre se vivió un ambiente de libertad, en cómo buscas tu identidad y cómo la manejas, se hablaba de socialismo, comunismo, el ser de izquierda, pero el término feminismo nunca lo escuché sino hasta que estaba en la secundaria. Lo escuché de boca de una amiga de mi padre, en una reunión, cuando saludó con un “buenas noches con todas y con todos y digo todas porque estamos invisibilizadas” y en toda su charla usó el “a” y para mí fue muy fuerte porque pensé ¡Cuánto tiempo no he existido! Allí dije: creo que quiero ser feminista ¡Pero qué título más fuerte para asumirlo! De pronto, ya a la mitad de mi carrera en la ENSAD (Escuela Nacional Superior de Arte Dramático) la gente me llamaba feminista, incluso antes que yo empiece a hacerlo. Mica añade que fue en el 2012 en que consideró necesario reconocerse y decir que era feminista. ¡Como diciendo: Cuidado, acá hay una feminista, así que dejen de joder! Enfatiza Mica entre risas.
Se muestran como son, mujeres fuertes pero a la vez sencillas, sonríen cuando recuerdan la imagen que existe en el imaginario de las personas acerca de las feministas. Piensan que estamos siempre serias, pero si nos vieran que algunas tardes nos sentamos al sofá a pintarnos las uñas, compartiendo esmaltes y eso no nos quita el ser fuertes, enfatizan. También destacan que el feminismo les ha permitido poder rescatar parte de su “ser niña”, el no perder la alegría.
“El machismo nos pone a competir, pero no está en la naturaleza del ser humano enfrentarnos”
Miro el tragaluz por donde se filtra algo de iluminación en esta tarde gris limeña. Las respuestas de estas mujeres me hacen pensar en mi propósito, en mi motivación ¿Por qué escribo sobre feminismo? ¡Ah sí! Quiero contribuir a la destrucción del ‘monstruo’, al temor que se le tiene a la palabra feminismo por desconocimiento de lo que encierra. Ver a estas mujeres trabajando en armonía, conviviendo en sus diferencias, creando en su indignación ante lo injusto me llena de esperanza.
Les comento que hablar de mujeres creando juntas, activando juntas, resulta extraño (y hermosamente particular) en una sociedad machista donde constantemente se ve a mujeres compitiendo unas con otras, sobre todo en cuanto a apariencia física. Les pido me cuenten su experiencia…
Alondra me comenta que le encanta trabajar con mujeres, que es vivificante cuando comulgan ideales y creatividad: Yo admiro a mis compañeras (de Trenzar) y creo que la admiración es mutua y sobre eso se pueden construir cosas importantes. Cada una vive un proceso distinto pero algo muy valioso que nos ha dado el feminismo es mirar a mis hermanas sin pensar que ellas son mejores que yo o yo mejor que ellas. Es el sistema machista y patriarcal el que jerarquiza, puntualiza Alondra. Mica coge la palabra la palabra jerarquizar y añade que por eso, cuando Trenzar hace una obra de artes escénicas, no pone en sus anuncios quién dirige, no hay directoras, el trabajo es colectivo ¿Por qué realzar el nombre de solo una? Entendí la esencia del trabajo colectivo. Cierro la ventana.
Autogestión consecuente. Trenzando
Hablan de ser consecuentes, ser fieles a sus principios. Se sostienen a través de la autogestión y la creatividad juega a favor de ellas. ¿Cómo hace Trenzar para ser consecuente y vivir en esta selva de cemento? Les expreso mi inquietud. Me cuentan que realizan actividades como talleres y ferias, a las cuales convocan a creadores de ropa u otros artículos, cuyos principios estén alineados a los suyos. De igual manera trabajan con organizaciones o colectivos en esa misma línea. Nosotras abrazamos los temas de Género, Memoria y Democracia. Nuestras creaciones artísticas apuestan por la defensa de los derechos humanos, me dicen.
Se acerca el fin de semana y la casa Trenzar abre sus puertas para que los amigos acudan a su feria autogestionaria. En ella me encuentro una mesa con turbantes afro, aretes y collares hechos a mano. Son las mujeres de Toromata, una marca de accesorios que celebran la afro-descendencia en Perú y el mundo. Hablo con Brenda, su creadora y me cuenta sobre la importancia del orgullo afrodescendiente y me recuerda los muchos prejuicios que aún sobreviven en nuestra sociedad, el racismo, la discriminación y la lucha de las mujeres afrodescendientes. Da para un post aparte.
La memoria de la violencia sexual: Manta y Vilca
El viento mueve una cortina, el colectivo Trenzar presenta una vez más la memoria escénica Manta y Vilca, que a través de la historia de dos hermanas, narra los hechos de violencia sexual acontecidos en las comunidades del mismo nombre, en Huancavelica durante el conflicto armado interno.
Se preparan las artistas para salir a escena una vez más, esta vez es en el LUM (Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social). Los asistentes comparten el espacio con las artistas y de alguna forma se convierten en testigos silenciosos de las charlas, secretos y llantos de las hermanas Manta y Vilca. Oyen sus llantos desgarradores… ¿Acaso no es un clamor de justicia?
Mientras Jazmín y Mehida se encuentran en Lima, con Manta y Vilca; Mica y Alondra están en Colombia, en el Festival de Paz, en donde se reunieron 14 creadores artísticos y activistas por la memoria y derechos humanos de Colombia y Perú para compartir experiencias y crear, seguir creando.
Me despido. Las compañeras de Trenzar, me invitan a volver, les digo que lo haré. Cierro la puerta y la miro e imagino si acaso no sería el lugar perfecto para un cartelito con un mensaje como este:
EN ESTA CASA SOMOS FEMINISTAS
Creemos en la libertad y el amor
Vivimos en consecuencia entre lo que pensamos, creemos y hacemos
Albergamos la horizontalidad y rechazamos las jerarquías
Estamos comprometidas con quienes somos y queremos ser
Hospedamos la igualdad de derechos entre mujeres y hombres
NO CAMBIAMOS DE MOTIVACIÓN
NO INSISTIR