top of page

Dejar la maleta

A las mujeres que quieren dejar la maleta, saltar y volar

Así, sin más remedio, y sin escapatoria frente al final, nos despedimos de la idea absurda de creernos víctimas de la circunstancias, del amor, de la lluvia, de los relámpagos, de las bacterias, los hongos, los cataclismos intestinales, la congestión cerebral, las lágrimas a nivel del mar negro, de mi jefa o de cualquier mosquito traicionero.

A veces me preguntaba cómo habría empezado todo, cómo es que en un momento decidí cargar la maleta, no sé, tal vez siendo que de pequeña veía a mamá eternamente sufriente por causa de mi padre, tal vez ella pensaba que sufriendo de esa forma nunca más se atrevería a regresar con él, o tal vez así intentaba obviar su papel en mantener una relación que definitivamente no era la que quería.

Con ese ocasional y a veces recurrente recuerdo durante mi viaje infantil, adolescente y juvenil, es posible que en una parte loca de mi cerebro creyera que yo también tendría que sufrir, o no podría perdonar a quien osara hacer algo cercano a una afrenta; o tal vez aun peor, creí que no tendría poder ni elección en los eventos que vivía, ni tener forma de poner límites.

Y así, pase de relación en relación zurciendo lágrimas hasta hacerlas almohadas donde desvelarme, y maldecir la divina suerte del cosmos. Decidí sin hacerlo no terminar con una relación sino hasta almacenar tanta frustración que no tuviera opción, es decir, decidí no decidir. Casi siempre era yo quien terminaba las relaciones, sintiendo que no me querían lo suficiente, o simplemente no estaban dispuestos a quererme como yo lo merecía según mis términos de reciprocidad, después de haber realizado un contrato tácito y sin piedad donde firmaba, unilateralmente, poner a mis ocasionales parejas en una espantosa prioridad, a veces, aun sobre mí, lo confieso, y bueno, al ver que la otra persona no estaba a la altura de esa locura, terminaba cortando la relación.

Varias veces, en esas relaciones pedía la atención, la luz, el respeto, la prioridad, el cuidado y la compasión que yo misma no podía darme y no conocía para mí. No fue sino hasta después de descubrir que ya no podía caer más bajo que alumbré que nadie me sacaría de ahí sino yo, descubrí que casi todo dependía de mí, sobre todo el decidir qué era lo realmente me motivaba a vivir. Lo que evidentemente no se relacionaba o estaba condicionado ni en 1% a las relaciones que vivía, sino a algo más propio e individual, algo que al descubrirlo me permitió sentirme de verdad, desempolvar las plumas, y echar por fin el vuelo. Algo que me permitió perder el miedo a estar sola, distanciarme y poner límites a lo que no me convenía, o simplemente no quería para mí. (No tan rápido, sigo aprendiendo)

No me quejo, ese fue el camino, y agradezco lo aprendido, todo lo vivido me permite ahora escucharme y amarme de otra forma. Entendí que sólo yo podía decir hasta aquí. Aprendí a que no había necesidad de una tragedia para decir “NO”, que sólo necesitaba no estar conforme, no sentirme a gusto, o que simplemente no me diera la gana, aun sin ninguna justificación aparentemente razonable. Todas las respuestas estaban ahí, en mi cuerpo, que gritaba por ser escuchado, por decir esto es lo que quiero, y esto no, aprendí que complaciendo a otros en detrimento mío acumulaba el más largo de los Karmas, y así con esta revelación pude decir good bye a lo que no era compatible conmigo, no era sano, o simplemente no era suficiente. Decidí perdonar y perdonarme, aceptar que cometo errores y aceptar que otros también lo hacen.

Ahora, con todo el amor y la fuerza ganada, de mi dependía aceptar, querer, aguantar, rechazar o ignorar lo que viniera de afuera, no con el afán de omitir responsabilidades externas, sino por resaltar mi soberanía, mi poder de decidir y darme la prioridad.

Solté la maleta, y tomé el timón, dejé el intentar cambiar algo que no tenía sentido cambiar a cambio de conocer aquello que yo realmente amara y me amara. Deje la maleta, y decidí abrirme paso a mi hoy, abrazar cada célula que me permite caminar y gozar de este tiempo, respirando, respirando, respirando y sintiendo mi latir.

bottom of page