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La sororidad viral frente a los golpes del ciberespacio

"Nuestro cuerpo es la única herramienta de comunicación en el mundo”

Irantzu Valera

La violencia de género se expande y transforma de acuerdo al espacio que habitamos las mujeres, sea éste físico o digital. Las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) se han convertido en herramientas para el acoso, la revictimización y perpetuar el discurso misógino.

Te indignas y expones tu repentina preocupación por la identidad nacional cuando expresamos furiosas en redes sociales #PerúPaísDeVioladores; pero te resulta divertido que existan grupos en Facebook sobre cómo violar a niñas y adolescentes, o mujeres que acudieron a tu vivienda a empadronarte, y participas en foros virtuales, donde recibes "consejos" sobre las rutas de transporte público de mayor afluencia para tocarlas.

Celebras que tu amigo te pase el 'pack' (conjunto de fotografías íntimas) por WhatsApp de alguien que no ha dado su consentimiento. Culpabilizas a la víctima de violación en una discoteca y sentencias: "tomó demasiado, no debió quedarse hasta tan tarde sola", no sin antes contribuir a que el video se haga viral en Facebook.

Cuestionas en dónde estaban los padres de una niña de 11 años asesinada en un hotel y reclamas qué hacía ella allí; en lugar de censurar el delito cometido por el feminicida. Protestas porque exigimos #AbortoLibre para una niña de 10 años, cuya vida corre peligro (circunstancia en la que es legal), pero te llamas 'provida' y prefieres que anule sus sueños y posibilidades de desarrollo, golpeándote el pecho a causa de tu doble moral. Detrás del anonimato de una pantalla, eres el sujeto que envía fotografías de su falo a quien no lo solicitó, o eres seguidor de ‘Macho peruano que se respeta’ y ‘La guía del varón’, cuyos contenidos nos cosifican, estereotipan y violentan.

De los lazos virtuales al espacio público

Estas son algunas de las situaciones cotidianas a las que estamos expuestas las mujeres en redes sociales. Así, se alimenta el miedo e inseguridad que sentimos no solo en las calles, sino también en el ciberespacio. Sin embargo, las redes sociales representan también aliados para tejer lazos de sororidad viral y de empoderamiento femenino 2.0. El ciberespacio nos ha permitido también el intercambio de testimonios en donde fuimos víctimas de violencia, hacer denuncias públicas contra “agresores sanos”, crear en red y quitarnos el miedo para gritar juntas que ¡vivas nos queremos!

Cada vez estamos más convencidas de que las redes sociales potencian nuestra capacidad de organización para cruzar el umbral del activismo digital y construir memorias colectivas que nos interpelan, canalizan nuestras motivaciones y fortalecen el sueño feminista. Muestras de ello durante este año, han sido la movilización bajo la consigna “Ni Una Menos Somos Todas” y los plantones frente instituciones públicas: #NosEstánMatando, #AbortoLegalEnElHospital y #PerúPaísDeVioladores, convocados desde grupos virtuales.

Mientras en Twitter, le hemos explicado con fervor a la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Ana María Choquehuanca, por qué necesitamos el feminismo en nuestras vidas tras sus primeras declaraciones en medios de comunicación; hemos repudiado la actitud machista del ministro de Educación, Idel Vexler, que normaliza el acoso a las mujeres y que su "galantería" no debe confundirse jamás con cortesía; hemos exigido con éxito la renuncia de la ex presidenta de la Comisión de la Mujer del Congreso de la República, Maritza García, frente a sus execrables declaraciones justificando la violencia machista y alentando el silencio, como una “política de prevención”.

Desprotegidas en el ciberespacio

En setiembre, Paro Internacional de Mujeres organizó el conversatorio “Ciberfeminismo: De las redes sociales a las calles”, porque creemos que nuestras voces de denuncia deben alimentar también el debate público. Participaron cuatro mujeres empoderadas: la abogada feminista, Jeannette Llaja; la psicóloga clínica de la Policía Nacional del Perú, Lita Martel; la directora de la ONG Féminas, Leyla Huerta y la abogada y activista, Arlette Contreras.

Durante el evento, se evidenció la necesidad de tipificar la apología a la violencia de género en redes sociales como un delito, aún cuando en el país está vigente la Ley Nº 30096, Ley de Delitos Informáticos y en donde no hace mención a ella.

Se concluyó que existe una débil legislación para sancionar el ‘grooming’ (acoso virtual de un adulto a un/a menor para crear pornografía o abuso sexual, siendo la máxima pena de ocho años de prisión), o ‘porno venganza’ (difusión de material íntimo sin consentimiento, cuyo proyecto de ley plantea una pena hasta de seis años de prisión), así como poco interés de las autoridades en esta materia, considerando que sólo en el Plan Nacional contra la Violencia de Género 2016-2021, existen dos párrafos en los que se conceptualiza ‘violencia y TICs’, mas no se presentan medidas para combatirla.

Además, se presentaron las estrategias de uso de las TICs en la comunidad de mujeres trans, con el objetivo de educar sobre nuestra diversidad y brindar acompañamiento y protección para frenar el acoso hacia ellas en redes sociales.

¿Hasta cuándo, en el ciberespacio y en las calles, las mujeres seguiremos siendo los cuerpos que no importan para el Estado y la sociedad?

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