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Prostitución es opresión


Estos días se ha hablado mucho acerca de la prostitución, abolicionistas, regulacionistas y una que otra opinóloga tratando de ser políticamente correcta en su defensa de los derechos de los hombres de comprar o alquilar el cuerpo de una mujer o niña para su satisfacción sexual.

Se habla de capital erótico en lugar de cuerpo, y de trabajo en lugar de violaciones y esclavitud, recurriendo a la "putofobia" para intentar callar a quienes luchamos por una sociedad donde esta práctica esté abolida.

No veo de regulacionistas ninguna intención porque se respeten los derechos de la mayoría de mujeres y niñas, veo intereses económicos por doquier y unos titiriteros muy hábiles para disimular sus intervenciones, porque claro... Que sea uno de los negocios más lucrativos a nivel mundial y que la riqueza acuñada resultante esté en manos de hombres en su mayoría no tiene nada que ver ¿no es así?

Según estadísticas del Ministerio público entre 2014 y 2015 el 60% de las víctimas de trata para fines sexuales eran menores de edad y un 90% de esas víctimas eran mujeres y niñas, hay un mercado aquí en Perú de turismo sexual infantil, adolescentes son rescatadas ocasionalmente de prostíbulos clandestinos donde las tenían encerradas después de haberlas traído con engaños del interior del país.

Estamos perdiendo el foco en esta discusión, hemos mantenido mucho tiempo la postura de hablar de la prostitución desde las mujeres prostituidas, cuando en realidad debemos hablar de los hombres que "consumen" mujeres y niñas, cuyos deseos están por encima de las condiciones mínimas de vida de cualquier persona.

Hay que promover la ilegalidad del putero, del "parroquiano" para el que ir a un prostíbulo es una actividad de esparcimiento cualquiera, hay que dejar de normalizar que a los jóvenes se les inicie sexualmente muchas veces sin su consentimiento con una prostituta, marcando el modo de relacionarse con las mujeres y de valorar a unas y otras a partir de su "libertad sexual".

Así como existen campañas en las que se insta a la población a dejar de comprar productos como celulares de dudosa procedencia, pudiendo en la mayoría de casos haber sido robados, debería haber una en la que se recalque la violencia en la que se incurre usando el cuerpo de una mujer para satisfacer deseos, quitándole normalidad al asunto y todas las capas de pendejadita que se le pasan por encima para que resulte algo como una travesura, una aventura entre amigos o una de pareja, para decir lo que es en realidad: VIOLAR.

No se puede hablar de individualidades para abordar este problema, como el ínfimo porcentaje de mujeres que dice haber elegido prostituirse, porque entonces no se trataría de un enfoque feminista sino de uno neoliberal, y de lo que se trata es de acabar con todas las formas de opresión, no de romantizarlas o simplificarlas al máximo de deshumanizar a las mujeres en este proceso como si la sexualidad no formara parte del YO de una forma subjetiva, como si se pudiera disociar una del cuerpo como si nada.

Lo que desde el Feminismo se pretende abolir es el derecho y poder que los hombres tienen sobre nosotras, reflexionar en por qué el 99.9% de puteros lo son es necesario.

Se pretende desde el Feminismo acabar con la violencia que sufren millones de mujeres y niñas al ser arrancadas de sus hogares y países para satisfacer una demanda creciente ante los intentos cada vez más acérrimos por normalizar y promover un negocio en el que no se distingue ni edad ni voluntad, solo poder, y este poder siempre viene de los más privilegiados, y hasta el hombre más subempleado, y menos privilegiado de todos puede pagar por violar a una mujer.

El tema es acabar con este sistema patriarcal y capitalista que le pone precio a cualquier niña o mujer, es nivelar nuestro status, no establecer impuestos para nuestras hermanas víctimas de prostitución, y decir que son víctimas no significa odiarlas o estigmatizarlas, es señalar una realidad, para analizarla y encontrar soluciones, para luchar porque estas se implementen así como hacemos con el trabajo doméstico, con la maternidad, y con todas las formas de opresión que vivimos.

Tengo fe en que alcanzaremos una sociedad donde los privilegios de los hombres sean abolidos, principalmente este que cobra tantas vidas, tantas niñas y mujeres, por deseos insanos y poder y donde discutamos acerca de ofrecer alternativas dignas a las niñas en formación y no la idea de que cualquier hombre puede ponerle precio a su cuerpo.

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