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Without Titles


La emoción nubla el pensamiento me enseñaron, científicamente se dice impropia, sin embargo, escribir sin emoción sería para mi disociarme, la emoción también puede darnos claridad, profundidad, sentido y pasión, ¿Cómo no sentir cólera, indignación y miedo por todas las denuncias de violación archivadas impunemente en el Perú?, ¿Cómo no sentir asco de las personas que creen que pueden hacer daño a otro ser humano y evadir su responsabilidad?

Me duele despertarme cada día con una noticia de fatalidad donde se escribe simbólicamente vulnerabilidad e impunidad en el cuerpo de las mujeres de mi país, el Perú sería el tercer país con las mayores cifras en violencia sexual (OMS), después de Etiopia y Bangladesh. Sí, este año ser mujer en el Perú cuesta más caro, y como muestra de esto de enero a abril los feminicidios se habrían incrementado en un 26.4%, en comparación al año anterior.

Estoy cansada de que cada día tenga que cuidar por dónde voy, con quien voy, hasta que hora salgo, por dónde regreso, como me visto, de tener que mirar bien al taxista, al chofer del colectivo, al que maneja la moto, o al amigo con el que salgo que se supone sólo quiere ser mi amigo.

¿Qué mierda es esta que arrincona nuestra sexualidad al temor o al tabú?, ¿Cuándo es que creamos esta historia de terror?, sinceramente, no conozco a ninguna mujer amiga que no haya pasado por alguna situación de violencia sexual en su vida, ya sea cometido por algún familiar, vecino, amigo, su pareja o algún desconocido, muchas ni siquiera saben que lo han vivido, algunas con resignación piensan que es “normal”.

La violencia sexual es un acto degradante tanto para quien la vivencia como para quien la comete, y para quienes la escuchamos, no podemos seguir con una justicia tan endeble, ni viviendo al lado de la corrupción, no podemos dejar de creer en la persona que denuncia, ¿Realmente, qué nos está pasando como sociedad para enfriar así nuestra compasión?

Como muestra, hace unos días escuche a un perito psicológico decir que más vale un agresor suelto que un inocente en la cárcel, ¿Es acaso esto comparable?, ¿No es acaso cierto, que un agresor sexual suelto probablemente agredirá a otra persona?, y me puse a pensar en cuánta indulgencia para el agresor en esta frase, y me puse a pensar si no es esta la misma idiosincrasia que avala la corrupción en el Poder Judicial del Perú.

Sólo lo que aceptamos podemos cambiar, necesitamos ver lo que está pasando, reaccionar y sanar, sanar tan profundamente que el respeto a las mujeres de cualquier edad sea un emblema, no sólo por ser un acto de justicia, sino por ser un acto de respeto a nuestra sociedad, a todos y todas nosotros.

Alguien que no sea completamente honorable no puede ser responsable de repartir justicia, ni crear nuestras leyes. Es hora de expulsar la miseria de raíz, de que nuestros niños y niñas conozcan su cuerpo, conozcan que nadie tiene porque hacerles sentir incomodos, de que se entienda que burlarse o maltratar a otro ser humano no es sano, no está bien y tiene consecuencias. Es tiempo de que las autoridades reconozcan que hacer lo correcto no sólo es su deber, y entiendan que todo en esta vida es circular, y el mal que hagan tarde o temprano les regresará.

Es importante conocer y enseñar, dar luz en el oscurantismo, si bien nada es determinante, según el modelo de Finkelhor, en los y las niños, la violencia sexual configuraría una sexualidad disfuncional, si esto ha sido realizado por una persona cercana se viviría como una traición, pudiendo experimentar sentimientos de culpa y vergüenza, y sentimientos de pérdida de poder y autoeficacia. Sobre eso será importante el desarrollo de una sexualidad saludable, trabajar la confianza interpersonal, la validación y autovaloración personal.

Para los y las cuidadores que previenen estos delitos es importante una supervisión amorosa del menor, adecuadas prácticas familiares que promuevan el empoderamiento de los y las niños, y el conocimiento de su sexualidad, y un soporte afectivo sólido.

Sé que cambios importantes están sucediendo, la corrupción poco a poco empieza a costar más caro que ser probo, y observo jueces, fiscales y policías que me lo demuestran, y eso me anima e inspira, ayudemos a que esto surja con fuerza y se asiente con aplomo.

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