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Memorias en resistencia

“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”

Mercedes Sosa

La migración es un proceso que venimos afrontando, como humanidad y como individuxs, desde siempre y hasta la actualidad. Tómate unos minutos, piensa en las personas que te rodean, al menos una de ellas ha migrado de su país o ciudad de nacimiento. Todxs somos migrantes, de una u otra forma. Somos una inmensa energía de personas, vidas, vivencias y sobre todo, memorias. Esas que vamos construyendo con el paso del tiempo, con las lágrimas por sentir saudade del hogar, de la comida de la mamá, o el tecito que solía prepararte la abuela cuando te enfermabas.

Cuando nos enfrentamos en primera persona a la migración, independientemente de los motivos que nos impulsaron a esta, nos encontramos con una interseccionalidad de vivencias con las que tenemos que lidiar; y muchas veces, ello implica un desaprender de costumbres adquiridas, horarios construidos y/o tradiciones que habrá que soltar. Migrar implica volver a aprender y encontrar nuevas formas de adaptarse al contexto, geográfico y social que nos rodea, sin olvidarnos de quiénes somos.

¿Qué palabra o imagen viene a tu mente cuando escuchas la palabra “hogar”? Para muchxs de nosotrxs migrantes, hogar va adquiriendo diversos significados: Lugares que echamos de menos, personas que van conquistando nuestro corazón, comida que sabe a casa y todas las memorias que nos hacen mantener la sonrisa. Esas memorias que te dan impulso para seguir tirando hacia adelante, y que nos permiten crear nuevas historias, una nueva versión de nosotrxs mismxs, cada vez más fuerte. En el camino, vamos hallando amigxs que se convierten en familia, colegas que se convierten en apoyo y abrazos que se convierten en paz.

Desde que llegué a Barcelona, mi identidad como migrante ha atravesado varios procesos, los papeleos propios de la burocracia, las mil y un firmas, fotografías y documentos que se tienen que presentar; todo esto sumado a los largos periodos de espera, llenos de incertidumbre. Procesos que parecen interminables. Migrar te cambia, no tengo ninguna duda de ello. Te enfrenta a ti mismx. Y a veces, nos toca vivir este proceso solxs. Otras veces, tenemos suerte y encontramos personas que van tomando con nosotrxs el café, en las largas horas de espera que se atraviesan en las frías salas de las oficinas de extranjería.

En todo este tiempo, he conocido a personas maravillosas, que me han tendido la mano, confiando en mí, en mis capacidades y con quienes he generado conexiones llenas de amor y complicidad. Durante los últimos 5 meses he compartido piso con Vasili, y quien al día de hoy construye conmigo memorias, abrazos, risas y compartimos muchas tazas de café llenas de melancolía e historias de nuestros países. Él es refugiado en Barcelona, dejó Rusia hace varios años atrás, pasó por situaciones dolorosas y retadoras, persecuciones por ser parte de la comunidad LGBTIQ+, entre otras. Finalmente, con mucho esfuerzo, logró conseguir el refugio y ello le dio una posibilidad de soltar todos esos recuerdos dolorosos y convertirlos en memorias inspiradoras.

Vasili, es uno de los participantes en “Memorias en resistencia”, una exposición fotográfica que tendrá su inauguración el 19 de diciembre a las 19 horas, en la Fundació Enllac. (Carrer Roselló 328). Este proyecto surgió de todo el amor y orgullo que siento por conocer personas como Vasili, Thael, Joana y tantas otras que me acompañaron en esta aventura cultural, donde queremos compartirnos, dialogar y desmitificar todos los estereotipos que se han construido alrededor de las personas refugiadas, y en específico sobre quienes somos LGBTIQ+. Si bien, yo no pertenezco a la condición de refugiada, he atravesado como mujer lesbiana latina y migrante procesos similares, tanto en mi país como en Barcelona; y es desde ese espacio que enfoqué mi proyecto.

Creo siempre, que el arte es una poderosa herramienta de cambio, y si se gestan proyectos culturales con amor y que busquen abrir puertas de conversación y conexión, se podrán generar cambios que nos permitan crear una sociedad más amable, más tolerante y equitativa para todxs. En este proyecto, me acompaña un compañero maravilloso, bajo el lente de Aitor Fernández – con quien tengo una hermosa complicidad para crear y trabajar- hemos puesto mucho corazón para retratar a nuestrxs cómplices de aventuras y sus historias.

Gracias a cada unx de lxs participantes, son seres llenos de luz y valentía. Cada una de las memorias que compartieron conmigo me impulsan a seguir creyendo en las personas, en la lucha por nuestros derechos, me hacen seguir confiando en la certeza que tengo de saber que es necesario poner el cuerpo, la voz y todo el amor. Porque todo ese odio que nos ha venido persiguiendo, toda la ignorancia que nos señala y pretende eliminarnos, todo ello no podrá con nosotrxs.

Nosotrxs ya ganamos, seguimos vivxs y amando. Odiar es para gente cobarde, la gente fuerte ama, con todo el corazón. Una y otra vez.

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