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Mujeres libres con nuestros derechos laborales y nada menos


Un 8 de Marzo de 1908 murieron quemadas 129 mujeres en un incendio en la fábrica donde trabajaban en Nueva York, esto luego de que reclamaran derechos laborales y un salario justo. Y esta es la razón por la que cada año las mujeres conmemoramos un día especial, no es una fecha de celebración, este día es un día de lucha, es el día en que hacemos un alto, las mujeres estamos en paro, estamos en huelga porque a pesar de tantos años y tantos derechos conquistados, nuestras desigualdades laborales siguen existiendo y no se nos reconoce los mismos derechos que a los hombres. Es importante entender este tipo de conmemoraciones porque no son días simbólicos solamente y lamentablemente en un Estado capitalista como el nuestro, se ha comercializado esta “celebración”, las empresas hacen regalos, algunas organizan una ceremonia y muchos lugares son decorados con rosas, flores y adornos, todos de color rosa por supuesto, porque cualquier otro color podría confundirnos.

La compleja situación de las mujeres en el mundo laboral es una problemática que aún no es abordada de manera profunda y lo primero que hay que comprender es el trabajo doméstico no remunerado. Es una de las grandes deudas que se tiene con nosotras y esta situación además de ser injusta nos pone en estado de vulnerabilidad ante la violencia machista cuya máxima expresión son los feminicidios, los cuales podrían ser claramente prevenidos si se abordara el tema desde la perspectiva de la igualdad de género. Es imperante que se tenga bien claro que la mujer que es “ama de casa” sí realiza un trabajo y no solo contribuye con la familia, sino con la sociedad, pues ya se ha evidenciado que su trabajo representa poco más del 20% del Producto Bruto Interno de nuestro país. Por lo tanto debe ser una prioridad del Estado velar por los derechos de las mujeres que son obligadas a trabajar sin recibir ningún beneficio económico, todo lo contrario, porque además de la discriminación y la exposición a la violencia, son más vulnerables a presentar diversos tipos de enfermedades que no son tomadas en cuenta por el sistema de salud, el que además no piensa en ellas en materia de políticas públicas, pues de no estar en estado de extrema pobreza, solo pueden tener acceso a un seguro de salud por intermedio de su pareja como derechohabiente, haciendo que su dependencia sea cada vez mayor.

Pero las cosas no son diferentes para quienes hemos tenido el privilegio de obtener una educación superior, pues la oportunidad de tener un trabajo remunerado no nos ha librado de seguir realizando el trabajo doméstico, ya que de cualquier forma, la responsabilidad del hogar será siempre de nosotras y de pronto, o te conviertes en una mala madre y mala esposa o en una profesional mediocre que no se supera y no trabaja como lo hacen sus compañeros hombres. Esto se ve claramente evidenciado en la enorme diferencia remunerativa que existe entre nosotras las mujeres con respecto a los hombres, pues según datos del INEI (Instituto Nacional de Estadística y Demografía) las mujeres ganamos 28.6% menos que los hombres.

Las mujeres siempre estamos en desventaja y además de tener que cumplir con el mandato de la maternidad esta nos juega en contra también para el caso de nuestras remuneraciones, tal como lo muestra la Organización Internacional del Trabajo que indica que en el Perú las mujeres con hijos ganan 12.9% menos que las mujeres sin hijos; pero para el caso de los hombres el ser padres representa un beneficio remunerativo, pues los hombres que son padres ganan 5.9% más que aquellos que no tienen hijos. Estamos en desventaja y quien quiera negarlo, simplemente muestra su deseo de que las desigualdades persistan. Han pasado muchos años y muchas luchas, pero ni todos nuestros logros profesionales hacen que podamos desprendernos de la carga que significa ser mujer.

Y esta realidad no es ajena para el mundo de la salud, más aún teniendo en cuenta que somos un país que tiene una de las escalas remunerativas más bajas para este tipo de profesionales, eso significa un salario mucho peor para nosotras las mujeres. Un estudio de la revista The Lacet publicado este último 7 de Febrero ha revelado algo que nos muestra con cifras contundentes la gran desigualdad y discriminación que venimos enfrentando, la población considerada para este estudio fueron médicos y enfermeros, nos mostró que para el caso de médicos hay mayor porcentaje de hombres (74%), mientras que para el caso de enfermería el porcentaje de hombres es menor (8%). Pero el tema que realmente ha llamado la atención es la diferencia salarial, se evidenció que los médicos ganan 8% más que las médicas y los enfermeros un 9% más que las enfermeras. Según esta investigación los médicos tienen mayor facilidad de tener un trabajo extra en relación con sus pares mujeres, así como también mayor acceso a las capacitaciones y especialización en el área clínica, estos son campos en donde los hombres tienen mayores oportunidades. En general, en el sector salud hay una gran diferenciación entre hombres y mujeres, este sistema privilegia al sexo masculino, pues además de tener más oportunidades laborales existe mayor promedio de capacidad de realizar horas extras y sobretodo más probabilidades de promociones y ascensos. Todo lo contrario sucede con las mujeres, las mismas que tienen una menor probabilidad de mantener un contrato de manera permanente por lo tanto acumulan menos años en la institución de salud, lo que conlleva a una menor experiencia laboral.

Esta inequidad no tiene ninguna relación con nuestra capacidad ni talento, aunque hay algún componente biológico en el caso de la gestación, esta no debería ser una causa de diferenciación en el trato que recibimos en comparación con los hombres, porque tanto nuestras capacidades físicas como intelectuales son las mismas, pero se ven en desmedro debido a los aspectos culturales bajo los cuales somos vistas, sin contar con la carga que llevamos siempre a cuestas, no solo por la maternidad y la responsabilidad del hogar, sino además por el estigma de creer que las mujeres siempre somos unas potenciales madres y eso podría perjudicar nuestro desempeño, tema aparte es el hecho de que los hombres creen que somos objetos sexuales, que adornan o causan distracción.

El sector salud es quizá uno de los espacios más discriminatorios para las mujeres, a pesar de ser, en cantidad, la mayor fuerza laboral, esta se concentra en profesiones que debido a la jerarquización que este sector tiene como estructura, son consideradas subalternas, pues según el orden patriarcal son los médicos quienes encabezan esta pirámide de “importancia”, relegando al resto de profesiones a niveles inferiores, justamente en donde se concentra la mayor cantidad de mujeres y para las que estamos dentro del gremio médico es una pelea constante y desgastante, porque debemos luchar en todos nuestros actos médicos para demostrar que “a pesar” de ser mujeres podemos ser capaces de hacer ciencia, curar y salvar vidas; punto aparte es el constante acoso y violencia de la que somos víctimas, aunque muchos romantizan este hecho como un acto de prueba de valor que en el caso de poder resistir nos hace acreedoras de formar parte de ese gremio privilegiado; pero como hemos visto solo nos han permitido entrar en su mundo de machos, pero no con los mismos derechos, pues no solo nos mantienen a prueba constante, sino que tampoco nos reconocen los salarios justos ni las mismas oportunidades de crecer profesionalmente. Dentro de cualquier escala siempre vamos a estar en el último peldaño, aunque sean condescendientes y nos hagan sentir que somos sus iguales.

Las cifras nos muestran que somos víctimas de una clara vulneración de derechos, que inicia en nuestros hogares y se refuerza en los centros laborales. Este es el sistema patriarcal que nos mantiene relegadas e impide que gocemos de libertad, equidad y que finalmente nos mata. Esta es la razón por la cual seguimos luchando, razón por la cual nos ven en las calles en protesta continua, nosotras no queremos privilegios, queremos igualdad de condiciones, queremos poder decidir sobre nuestras vidas, queremos romper las cadenas que nos atan a nuestros hogares como si ese fuera el lugar que naturalmente nos pertenece, no queremos ser serviles a los hombres y tampoco queremos que nos sirvan, queremos que se nos permita hacer lo mismo que ellos, queremos trabajar y ganar lo que nos corresponde, queremos que por fin este mundo nos pertenezca y se termine ese complot que parece querer exterminarnos.

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