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No es un crimen pasional


El amor romántico y el amor apasionado, predominantes en nuestras imaginaciones sociales, implican relaciones de género desiguales, contribuyen a la subyugación de las mujeres, alentándolas a aceptar sujeción a las demandas de un concepto de amor que se ha instaurado desde hace siglos: el amor romántico.

El hombre: conquistador, conductor de la relación; y nosotras: en búsqueda de ser objeto del deseo del hombre. En general, las personas creen que si el hombre ama y desea a la mujer, ella no debe rehusarse, debe tener gratitud. Refranes populares como "duro con él, peor sin él" expresan esta idea. El amor como construcción social emerge de un lienzo de relaciones sociales de poder, cuyas dinámicas están en la raíz de la desigualdad, la discriminación y la violencia. La experiencia del amor reproduce las relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, de modo que los discursos amorosos pueden llevar a cabo acciones que legitiman la continuidad del sistema patriarcal y se convierten en acciones de riesgo para las mujeres.

Estamos experimentando cambios sociales influenciados por la transformación de los roles sociales de las mujeres que rompen los límites del amor romántico y el amor apasionado. No es suficiente ser "mitad", tienes que ser una persona por derecho propio. Incluso si una sueña con príncipes románticos y amorosos, la realidad del amor vivido requiere el encuentro de dos personas completas, con sus propias identidades e independencia económica. Las mujeres ya no pueden quedarse detrás de sus "grandes hombres", queremos lograr y crecer en igualdad de condiciones. Frente a la voluntad y los deseos de las mujeres, muchos hombres ya no se reconocen a sí mismos como tales, porque han sido socializados en la perspectiva de una relación de dominación, subyugación y castigo, y la imposibilidad de asumir este rol los empuja a destruir con un intenso odio al ser que los prohíbe.

"Pasional" connota pasión y emoción, pero no puede asociarse automáticamente con el amor. El aspecto emocional y apasionado debe ser desmitificado para que podamos entender el significado y los determinantes del feminicidio, no como el resultado trágico del amor o de una pasión intensa, de emociones inevitables, sino como una opción construida por ciertos elementos. De una cultura de dominación masculina cuya violencia es uno de los componentes.

El calificativo de pasional enmascara lo que es: violencia y asesinato. En un | mal | denominado crimen pasional, los motivos que conducen al asesino se ven rodeados de un ideal de amor hacia la otra persona que puede llegar a desatar en el agresor fantasías o impulsos primitivos de violencia. Esta visión motiva que se minimince crímenes de feminicidio rodeándolos de un aura de pasión amorosa causal de lesiones o asesinato. La sociedad normaliza los celos como un comportamiento innerente a las personas enamoradas. El deseo enfermizo de posesión (eres mía) produce un fuerte impulso a entregarse (soy solo tuya) formando parte de la cara sangrienta de un | mal llamado | amor.

Hay que tener muy en cuenta el principio que establece evitar los estereotipos, prestando atención a la utilización de ciertos adjetivos, frases hechas y tópicos que frivolizan o minimizan la noticia. Calificativos atribuidos al asesino como celoso, bebedor, era una persona normal o no sabía lo que hacía porque tenía una enfermedad mental, así como frases destinadas a la mujer asesinada como salía con amigas o tenía un amante desvían la atención de las verdaderas causas de la tragedia y provocan una imagen distorsionada.

Estos asesinatos no tienen sus causas en amor. No hablamos de amor sino de posesión y la necesidad de controlar esa relación. El asesinato es la máxima expresión de control. La frase más repetida en estos casos es "si no eres mía, no serás de nadie". Si continuamos explicando estos asesinatos como crímenes espontáneos sin mirar las tendencias, patrones e historias, permaneceremos en negación. Pero lo que es más importante, estaremos decepcionando tanto a las víctimas pasadas como a las futuras.

La lucha contra el patriarcado y la confrontación de la violencia de género contra las mujeres, que a menudo culmina en el feminicidio, también exige una crítica del amor romántico y el amor apasionado, y la activación de formas libertarias de violencia. El fin del feminicidio requiere la plena igualdad y justicia de género, y formas de amar que no dividan, que no sean dependientes y que no sean inseguras para las personas que forman la relación, sino que, por el contrario, las fortalezcan.

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